El ácido láctico ha sido y sigue siendo crucificado entre muchos integrantes de la comunidad deportiva por supuestamente ser muy malo y por ser el causante de la fatiga, etc. etc. Pero, ¿es esto cierto? ¿es el ácido láctico el causante de la fatiga?
Y, primeramente, ¿es correcto utilizar el término "ácido láctico"?
Comencemos.
La teoría tradicional sobre el ácido láctico
El ácido láctico ha desempeñado un papel importante en la teoría tradicional de la fatiga muscular y la limitación del rendimiento del ejercicio de resistencia.
Se pensaba que una vez que la intensidad del ejercicio excedía la tasa de consumo máximo de oxígeno (VO2max), entonces ocurría una "deuda de oxígeno" y el metabolismo cambiaba de aeróbico a anaeróbico.
Se creía que este cambio al metabolismo anaeróbico conducía a un aumento abrupto de los niveles de lactato sanguíneo, dando como resultado una acidosis metabólica.
También se creía que esta acidosis láctica perjudicaba la contractilidad muscular y, en última instancia, conducía a fatiga, agotamiento y cese del ejercicio.
A su vez, se creía que los sentimientos incómodos dentro de los músculos que trabajan en estos esfuerzos casi máximos están directamente asociados con esta acidosis láctica, al igual que el dolor que se desarrolla durante los días posteriores, comúnmente denominado dolor muscular de inicio retardado (agujetas).
Por lo tanto, se creía que el ácido láctico era poco más que un producto de desecho metabólico, el resultado de empujar nuestros sistemas más allá de nuestra capacidad para suministrar un suministro de oxígeno adecuado a nuestros músculos que están trabajando.
Esta línea de pensamiento condujo al establecimiento de programas de entrenamiento que buscaban aumentar la capacidad máxima del oxígeno a través del ejercicio de alto volumen y baja intensidad, y llevó a mucha gente a ser cuidadosa de exponer el cuerpo con demasiada frecuencia a los períodos de acidez láctica (alta intensidad).
El pensamiento científico ha evolucionado durante los últimos 30 años, y los nuevos entendimientos del papel del lactato en el metabolismo energético han alterado estas enseñanzas tradicionales.
Desafortunadamente, muchos conceptos erróneos continúan impregnando la medicina del deporte y las comunidades de la ciencia del ejercicio. No es raro oír frases como "quemadura de ácido láctico" y "lavado de ácido láctico", incluso entre los entrenadores muy respetados en la comunidad del entrenamiento de resistencia.
Aunque los mecanismos exactos por los cuales el metabolismo del lactato afecta los resultados de resistencia (rendimiento) continúan definiéndose en la literatura, varios conceptos clave son importantes de entender para todos los integrantes de la medicina y el rendimiento deportivo.
Recientes revisiones han proporcionado una comprensión de las teorías contemporáneas del lactato, incluyendo el papel del lactato en la producción de energía, sus contribuciones a la acidosis metabólica y su función como sustrato energético para una variedad de tejidos.
Para quien desee leer e informarse más profunda y detalladamente, enlazo las revisiones científicas recientes sobre el lactato aquí, aquí y aquí.
¿Ácido láctico o lactato?
A pesar del uso omnipresente del término "ácido láctico" tanto en las comunidades científicas como en las de medicina física y deportiva, se ha cuestionado la presencia real de cantidades significativas de ácido láctico en el cuerpo humano.
Los investigadores ahora están de acuerdo en que el ácido láctico no se produce en el músculo. Aunque la construcción de la "acidosis láctica" parece intuitiva y continúa propagándose en textos de fisiología y educación médica, no existe evidencia convincente en apoyo de esta teoría.
Es decir, no hay ningún apoyo bioquímico para el constructo de la acidosis láctica. El ácido láctico no se produce en el músculo y no está presente en concentraciones significativas.
No medimos ácido láctico, medimos lactato.
El lactato es un metabolito muy valioso y un sustrato energético vital
El lactato no es un producto de desecho ni es el culpable metabólico de la fatiga inducida por el ejercicio.
De hecho, en ciertas condiciones, el lactato puede ser una fuente de energía preferible en comparación con la glucosa, ofreciendo una fuente de combustible rápida y eficiente.
Entrando en detalle, el lactato contribuye al aumento de la capacidad contráctil de la célula muscular, permite la prolongación del tiempo de trabajo por encima de un nivel crítico y contribuye a la rápida instauración de un nivel de consumo de oxígeno más adecuado para la demanda de potencia, y de esto no hay dudas en la literatura científica.
Es decir, en ejercicio de alta intensidad es deseado que se produzca más lactato y los buenos entrenadores y fisiólogos del ejercicio buscan estrategias para que durante ese ejercicio se produzca más lactato.
No cabe duda del papel del lactato en:
- La mejora de la fuerza muscular durante ejercicios intensos y duraderos.
- El mantenimiento de la excitabilidad celular.
- En su acción sobre la conductancia del canal de potasio dependiente de ATP (recordatorio: el adenosin trifosfato, más bien conocido por sus siglas ATP, es una molécula utilizada por todos los organismos vivos para proporcionar energía en las reacciones químicas, siendo la principal fuente de energía para la mayoría de las funciones celulares).
- En su papel como metabolito necesario para el sostenimiento de la glucólisis (vía metabólica encargada de oxidar la glucosa con la finalidad de obtener energía para la célula), ya que la producción de lactato es esencial para el músculo para apoyar la regeneración continua de ATP por esta vía.
- En su efecto parcial como tamponador de radicales ácidos.
- En su papel como cebador del ritmo de trabajo de la fosforilación oxidativa en la mitocondria.
Efectos anabólicos y papel en el cerebro y en la cicatrización de heridas
Por si todo lo anterior no fuera poco, se ha sugerido que el lactato puede desempeñar un papel en la miogénesis de las células musculares (el proceso de formación de células musculares), pudiendo estar implicado en la activación de señales anabólicas (aumento en la secreción de testosterona, por ejemplo).
A su vez, el lactato actúa en el cerebro, siendo una molécula de señalización y actuando a su vez fuente de energía. Es producido por astrocitos (células con funciones clave para la realización de la actividad nerviosa) y neuronas, y también se ha sugerido que parte de la producción de lactato muscular es transportada en el cerebro.
Se ha postulado que el lactato producido por los astrocitos puede ser utilizado como energía para el cerebro. Además, las adaptaciones mediadas por el ejercicio en el cerebro se han reproducido mediante la administración oral de lactato. Por lo tanto, es lógico pensar que el lactato es una molécula señalizadora en el cerebro.
El papel del lactato en el cerebro se ha asociado con la memoria a largo plazo. Se ha mostrado que la lanzadera de lactato de los astrocitos a las neuronas es necesaria para establecer y mantener a largo plazo la memoria in vivo.
Se ha informado que el lactato induce la expresión de genes de plasticidad en las neuronas, y este efecto está mediado por la modulación de un receptor que regula la plasticidad neuronal y las funciones de la memoria.
A su vez, el lactato también actúa sobre la síntesis de colágeno, ayudando a la cicatrización de heridas o de estructuras afectadas o como protector de lesiones cerebrales post-isquemias transitorias.
Dejemos de crucificar al lactato. Sin duda es mucho más amigo que enemigo.
¿Sorprendido, verdad?
Imágenes | iStock En Vitónica | La respuesta a por qué nos fatigamos en el ejercicio podría estar aquí: la teoría del gobernador central
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