Hay verdades indiscutibles como que habrá un día en el que moriremos, aunque hay investigadores en búsqueda de la inmortalidad. También es impepinable que a lo largo de la vida nos arrepentiremos de muchas cosas, algunas veces por haber hecho algo y otras veces por no hacerlo. Enrique Rojas es un reputado psiquiatra que compartió hace un tiempo esos cinco arrepentimientos que la mayoría de personas verbalizan cuando saben que la muerte está cerca.
Los cinco arrepentimientos comunes cuando la muerte está cerca
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"He trabajado demasiado"
La generación de nuestros padres y abuelos trabajaban sin mirar hora ni día del calendario. Aún a día de hoy sigue ocurriendo en muchas personas, aunque el equilibrio entre vida laboral y vida personal se ha modificado bastante. Eso hace que en e lecho de muerte haya mucho arrepentimiento por dedicar excesivo tiempo al trabajo y el poco restante a uno mismo, familia y amigos.
"Le he dado mucha importancia a cosas que realmente no la tenían"
La experiencia de los años da una perspectiva diferente a situaciones que se vivieron en el pasado. Cuando somos adolescentes y "cortamos" con nuestra pareja desde hace cuatro meses nos encerramos con música triste a llorar como si hubiese pasado la mayor de las desgracias.
Esa situación anecdótica se repite con otras muchas vivencias que pueden llevarnos incluso a perder amistades y dejar de hablar a personas que queremos. Conforme cumplimos años somos más sabios y realistas, siendo el momento culmen el previo a la muerte. Es en esa etapa en la que vemos cerca el final cuando hacemos balance y nos damos cuenta que aquello no era tan importante como parecía.
"No he disfrutado la vida lo suficiente"
En línea con trabajar demasiado se da el arrepentimiento de haber vivido a medio gas. Dicen que hay algo peor que arrepentirse de lo hecho, y es no haberlo intentado. Sentir que algo se acaba y no hay opción de recuperarlo es una dura emoción que podemos llegar a experimentar si creemos debíamos haber disfrutado más de las cosas.
"He hecho lo que otros querían que hiciera, no lo que yo quería hacer"
Poniéndome en la piel de los últimos suspiros de la vida, todos estos arrepentimientos son puñales de hielo, pero el hecho de pensar qué hubiera sido si hubiésemos hecho aquello que queríamos, y no hicimos, puede ser el peor. Hay decisiones que marcan toda la vida y si en las más importantes optamos por seguir el camino marcado puede que volvamos a ese momento en el lecho de muerte.
"No he encontrado el sentido de la vida"
Toda filosofía nace a orillas de la muerte, ya sea la de uno o la de alguien muy cercano. En ese momento comienzas a darte cuenta de cosas como el sentido del ser y el tener, siendo el primero el que se queda en los demás y el segundo el que dentro de 100 años estarán disfrutando otros que aún ni conocemos.
En esos momentos antes de morir las personas suelen preguntarse qué sentido a tenido su vida, por qué y para qué han vivido. Ikigai es el término japonés que viene a significar "el propósito por el que nos despertamos cada mañana". Encontrar el sentido de la vida es más o menos descubrir ese ikigai personal y trabajar en él, de manera que al estar cerca de la muerte podamos sentir que hemos tenido una razón por la que vivir.
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