Durante los últimos meses hemos vivido muchos cambios en nuestra forma de vida y parece que esto todavía no ha terminado. No solo hemos tenido que enfrentarnos a una pandemia mundial y un estado de alarma sanitario provocado por la COVID-19, sino que hemos vivido un confinamiento de casi dos meses y una desescalada con muchos cambios que afectan a nuestro día a día.
En este escenario, especialmente durante el confinamiento, podíamos ver a numerosas personas compartiendo en sus redes sociales como habían comenzado a hacer deporte o aumentado la frecuencia con la que lo hacían y resultó ser una estrategia habitual para muchas personas. Sin embargo, aunque la realización de deporte y actividad física ha demostrado ayudarnos a aliviar los síntomas de ansiedad, estrés o depresión, en esta situación de crisis sanitaria podría no ser suficiente.
Esto es lo que señala una investigación publicada en PLOS ONE este agosto. El estudio, para el que se contó con 900 pares de gemelos, y en el que se evaluó el nivel de actividad física durante el confinamiento y su estado de salud mental, encontró que las personas que no habían hecho ningún tipo de actividad física mostraban mayores indicadores de ansiedad y estrés. Sin embargo, y de manera llamativa, hacer ejercicio no siempre solucionaba esta situación.
Y es que, mientras que las personas que habían mantenido durante el confinamiento su actividad física habitual - previa a la crisis sanitaria y a la cuarentena - sí que mostraban menos niveles de ansiedad, aquellas personas que habían aumentado su nivel de actividad por encima del habitual, también presentaban más signos de ansiedad y estrés. Esto podía deberse, según teorizan los investigadores, a que estas personas elegirían el deporte como herramienta para huir o intentar contrarrestar el malestar que sentían debido a la situación.
Por ello, aunque el ejercicio puede ayudarnos, si lo utilizamos como una herramienta para tapar o silenciar nuestras emociones, podría llegar a resultar una técnica poco adaptativa y contraproducente que no sea suficiente para mejorar nuestro bienestar ante esta crisis. Por ello, hay algunas otras recomendaciones, ofrecidas por el APA ( American Psychological Association ) y los diferentes colegios de psicólogos, como el Consejo General de la Psicología de España, que pueden ayudarnos a aliviar la ansiedad y encontrarnos mejor.
Herramientas para ayudarnos a manejar la ansiedad y estrés derivados de la crisis sanitaria por COVID-19
Seguir controlando la información que recibimos
A día de hoy nuestros teléfonos y redes sociales siguen recibiendo información constante sobre la crisis sanitaria. Esta información no siempre es veraz y, en otros casos, aunque lo sea, no necesitamos ser constantemente bombardeados con ella, con noticias negativas u opiniones. Tener el control de la información que recibimos es de gran ayuda. No solo de qué canales la recibimos - que también -, sino de cuándo y cada cuánto la recibimos. Establecer un momento o dos al día en el que nos permitamos informarnos activamente en canales oficiales y fiables es buena idea, para posteriormente evitar esta sobreinformación continua. Bloquear palabras claves o dejar de lado las redes sociales durante un tiempo puede ser de gran ayuda.
Mantener nuestras rutinas dentro de lo posible
Sí, nuestra vida ha cambiado de forma muy importante y adaptarnos a ello va a requerir tiempo y, probablemente, suponga cierto malestar. Pero dentro de estos cambios, todavía hay rutinas que podemos mantener, aunque nos parezcan cosas muy pequeñas y que ayudará. Ir a la compra el mismo día que solíamos ir, comer en los mismos horarios, si teletrabajamos mantener el mismo horario que hacíamos en la oficina, mantener los días de actividad física y horarios que tuviéramos antes, todas esas pequeñas cosas nos ayudan a mantener cierta sensación de normalidad y de orden dentro del caos.
Cuidar el contacto social
Si algo nos ha enseñado la cuarentena es a relacionarnos con nuestros seres queridos por diferentes medios al físico. Hemos aprendido que la distancia social no quiere decir aislados socialmente. En muchas ciudades la situación está suponiendo nuevas cuarentenas y restricciones en cuanto a contacto social físico. En otros muchos casos, tenemos cierto miedo a situaciones en las que estemos con mucha gente. Es el momento de sacar las herramientas aprendidas durante la cuarentena y dediquemos tiempo a hablar y estar con nuestros seres queridos, aunque sea de forma virtual.
Aprender técnicas de relajación
Se tratan de técnicas que se han demostrado eficaces para ayudar a aliviar los síntomas de ansiedad y enseñarnos a relajarnos. Algo que debemos tener en cuenta es que la relajación y la ansiedad no son compatibles. Por ello, si aprendemos a relajar nuestro cuerpo a voluntad, podremos evitar o reducir los síntomas de la ansiedad. Hay algunas técnicas como la relajación de Jacobson, la imaginación guiada, la respiración diafragmática o la relajación rápida que son muy utilizadas en psicología y están apoyadas por evidencias científicas.
Buscar ayuda profesional
En algunos casos, no podremos reducir nuestros niveles de ansiedad por nosotros mismos y no pasa nada. No es un motivo de vergüenza, ni significa que seamos menos capaces o que nos ocurra algo malo. En ocasiones, cuando tenemos una gastroenteritis podemos pasarla en casa tomando mucha agua y comiendo arroz y, en otros casos, necesitamos ayuda médica, Con la ansiedad ocurre lo mismo. Por ello, buscar ayuda profesional puede ser el primer paso para empezar a encontrarnos mejor.
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