Cada vez más personas deciden tatuarse, pero lo que parecía una moda inofensiva podría tener implicaciones inesperadas para la salud. Estudios recientes han empezado a detectar una posible relación entre los tatuajes y ciertos tipos de cáncer, como el linfoma o el cáncer de piel. Aunque los datos aún no permiten sacar conclusiones firmes, los investigadores advierten que algunas tintas podrían tener compuestos dañinos que merecen una revisión urgente. Porque lo que llevamos sobre la piel, también puede tener efectos debajo de ella.
Los tatuajes, ¿una moda con consecuencias para la salud?

Tatuarse se ha convertido en algo habitual. Ya no es una práctica marginal ni exclusiva de ciertos grupos sociales. Hoy en día, uno de cada tres adultos en países como Estados Unidos lleva al menos un tatuaje, y la tendencia no para de crecer. Sin embargo, esta moda estética podría esconder algunos riesgos que apenas empezamos a entender, especialmente en lo que respecta al cáncer.
Durante años, se ha debatido sobre si los tatuajes pueden alterar funciones fisiológicas como la sudoración. Ahora, investigaciones recientes apuntan a un posible vínculo entre la tinta bajo la piel y el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, concretamente los linfomas, que afectan al sistema linfático.
Aunque aún no hay certezas absolutas, los datos disponibles son lo bastante llamativos como para merecer atención. El proceso de tatuarse no es tan inocente como parece. La tinta, cargada de pigmentos químicos y metales pesados, se inyecta en la dermis y parte de ella es transportada por el sistema inmunitario hacia los ganglios linfáticos.
Allí puede acumularse durante años, generando inflamación crónica o respuestas inmunitarias anómalas. En autopsias y biopsias se han encontrado ganglios agrandados y pigmentados en personas tatuadas.
¿Qué dice la ciencia sobre la asociación entre tatuajes y cáncer?

Un estudio sueco reciente analizó a más de 11.000 personas, incluyendo a pacientes con linfoma y personas sanas, para ver si existía relación entre los tatuajes y esta enfermedad. Los resultados fueron claros: quienes tenían tatuajes mostraban un 21% más de riesgo de padecer linfoma, y ese riesgo se disparaba hasta un 81% en los dos años posteriores al primer tatuaje.
Aunque esta diferencia se diluía con el tiempo, seguía presente incluso 11 años después. El tipo de linfoma más relacionado con los tatuajes fue el linfoma difuso de células B grandes, seguido del linfoma folicular. Ambos afectan a los linfocitos, un tipo de célula clave del sistema inmunitario.
Curiosamente, no se detectó un mayor riesgo en función del tamaño del tatuaje ni del uso de colores concretos. Es decir, hasta los tatuajes pequeños podrían suponer un riesgo potencial.
Otro estudio, esta vez con gemelos, reforzó la sospecha. Comparando a hermanos idénticos, aquellos con tatuajes tenían entre un 33 y un 62% más de riesgo de cáncer de piel. El riesgo se multiplicaba si el tatuaje superaba el tamaño de la palma de la mano.
Asociación no implica causalidad, es decir, no se puede afirmar con seguridad que los tatuajes causen cáncer

Estos datos son especialmente relevantes, ya que permiten controlar factores genéticos y de estilo de vida que suelen confundir los resultados en otros estudios. Ahora bien, los investigadores insisten en que no podemos afirmar con seguridad que los tatuajes causen cáncer.
La mayoría de los estudios disponibles son observacionales. Es decir, muestran una asociación, pero no prueban que una cosa cause la otra. Por ejemplo, es posible que quienes se tatúan más también fumen o beban con mayor frecuencia, lo que sí está claramente vinculado al cáncer.
Aun así, los estudios han tenido en cuenta muchos de estos factores de confusión. Han ajustado los análisis según el nivel educativo, ingresos, estado civil, tabaquismo o consumo de alcohol. Y los resultados siguen mostrando una asociación entre tatuajes y ciertos cánceres.
Por eso, los expertos piden más investigaciones antes de emitir conclusiones definitivas, pero también alertan sobre la necesidad de regular mejor la composición de las tintas.
Antes de quitarte el tatuaje que tienes o de no hacerte el que tienes en mente...
Otro dato preocupante es el efecto del láser para eliminar tatuajes. Algunas tintas, al ser irradiadas, liberan compuestos cancerígenos. Esto hace que, en vez de reducir el riesgo, la eliminación con láser pueda incrementarlo si no se hace con precaución o con tecnologías adecuadas. De nuevo, falta investigación en este campo.
En resumen, los tatuajes podrían tener implicaciones para la salud más allá de lo estético. No se trata de alarmar ni de demonizar esta práctica, pero sí de pedir más transparencia, regulación y estudios rigurosos. Si llevamos algo permanente en nuestra piel, deberíamos saber exactamente qué impacto puede tener en nuestro cuerpo.
Referencias
Nielsen C, Jerkeman M, Jöud AS. Tattoos as a risk factor for malignant lymphoma: a population-based case–control study. eClinicalMedicine. 2024;72:102649. doi:10.1016/j.eclinm.2024.102649
Clemmensen SB, Mengel-From J, Kaprio J, Frederiksen H, von Bornemann Hjelmborg J. Tattoo ink exposure is associated with lymphoma and skin cancers - a Danish study of twins. BMC Public Health. 2025 Jan 15;25(1):170. doi: 10.1186/s12889-025-21413-3. PMID: 39819495; PMCID: PMC11736920.
Luetkemeier MJ, Allen DR, Huang M, Pizzey FK, Parupia IM, Wilson TE, Davis SL. Skin tattooing impairs sweating during passive whole body heating. J Appl Physiol (1985). 2020 Nov 1;129(5):1033-1038. doi: 10.1152/japplphysiol.00427.2019. Epub 2020 Sep 3. PMID: 32881627.
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