Desde hace ya algún tiempo, la anorexia y la bulimia no son los únicos trastornos alimentarios existentes, sino que una serie de factores y particularidades pueden alterar las conductas alimentarias normales dando origen a nuevas afecciones.
En un estudio previo, cuando se observó que individuos obesos experimentaban una inapetencia, o falta de apetito en las primeras horas del día, se puso nombre a este trastorno de la conducta alimentaria, aún poco conocido entre nosotros, pero muy frecuente que hoy en día se denomina Síndrome del Comedor Nocturno.
Es una de las patologías más frecuentes en la actualidad y se caracteriza por un impulso incontrolado de recurrir al refrigerador unas horas después de haber cenado. Es decir, durante el día no sienten hambre, sino que por la noche experimentan deseos compulsivos de comer que los lleva a concentrar las calorías en las últimas horas del día.
Esta gran ingesta de comida por la noche, hace que el organismo de los afectados concentre sus esfuerzos en digerir los alimentos y provoca un insomnio constante en las personas que, a su vez, los impulsa a comer. Así, se crea un círculo vicioso, que sólo se puede solucionar disminuyendo el estrés psicológico y controlando los impulsos de las personas.
Éste trastorno suele ser más frecuente en las personas obesas, pudiendo ser la ingesta de gran cantidad de alimentos, con alto aporte calórico por la noche, la causa de un aumento de peso.
Su diagnóstico suele ser difícil, pero se puede constatar al conocer la distribución de las calorías diarias, es decir, si la persona concentra más del 25% de las calorías del día en horas de la noche, y ésto sucede de manera repetitiva, sobre todo, en horas después de la cena, se podría decir que estamos ante un comedor nocturno.
Además, quienes padecen el Síndrome del Comedor Nocturno, suelen saltar el desayuno y comer muy poco en las primeras horas de la mañana. Asimismo, encuentran alterado su reloj biológico, duermen poco por la noche y experimentan otras conductas compulsivas, así como ansiedad y estrés.
Por todo lo antes dicho, es crucial su abordaje interdisciplinario, que no sólo permita ordenar las comidas y su fraccionamiento, sino fomentar el autocontrol y reducir el estrés emocional y psicológico propio de estos pacientes.
Éste síndrome revela la importancia de mantener un orden en la dieta diaria, con un adecuado fraccionamiento y distribución de las comidas, así como la íntima relación existente entre las horas de sueño, el estrés, las emociones y la ingesta de alimentos. Por lo tanto, para prevenir desórdenes de todo tipo, intentemos seguir las pautas generales de una dieta sana y equilibrada y no saltar comidas ni concentrar las calorías en una sola ingesta diaria.
Por supuesto, el estilo de vida actual puede ocasionar estos desórdenes en nuestra dieta, pero el problema surge cuando perdemos el control y, de manera repetitiva, comemos en abundancia por la noche, dormimos mal, o el estrés condiciona la alimentación diaria.
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Imagen | Flickr (Perfecto Insecto)
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