Desde luego el COVID-19 no ha sido algo positivo que nos haya sucedido, ni muchísimo menos, pero sí que nos ha obligado a incorporar ciertas medidas de higiene en los gimnasios que pueden mejorar la experiencia de uso de los clientes y pueden reducir la incidencia de contagios y enfermedades.
En el momento en el que toda esta situación se dé por finalizada, es conveniente que mantengamos algunas de estas medidas como por ejemplo las siguientes.
Lavarse las manos
Tanto antes de entrenar como después, lavarse las manos debería ser algo obligatorio ya que a lo largo del día estamos en contacto con muchas fuentes de patógenos que pueden poner en riesgo nuestra salud, pero también la salud de las personas que nos rodean.
Si ni siquiera cada uno de nosotros nos cercioramos de lavarnos nuestras propias manos antes y después de entrenar, ¿cómo esperamos que un gimnasio pueda hacer frente a estos problemas?
Si no te resulta cómodo utilizar los lavabos y el jabón de tu gimnasio puedes utilizar tu propio gel hidroalcohólico o utilizar los dispensadores que ya tienen instalados muchos gimnasios.
En definitiva, hay muchas alternativas pero lavarse las manos debería ser algo que esté a la orden del día, porque es un gesto muy simple que sin embargo puede ahorrar muchos contagios.
Mantener la distancia de seguridad
Un gimnasio no es que sea precisamente el sitio más higiénico del mundo, ya que al fin y al cabo es un espacio cerrado en el que se reúnen muchas personas sudando y yendo de un sitio a otro.
Cuando entrenamos aumenta nuestra sudoración y nuestra tasa respiratoria, y al ponernos frente a otra persona es evidente que todo esto puede favorecer las condiciones necesarias para que ocurra un contagio.
Por ello, mantener un mínimo de distancia cuando no se esté ayudando a un compañero a hacer un levantamiento puede ser una medida muy sencilla pero a la vez muy eficaz, y en caso de que no sea posible por las condiciones del gimnasio, se debería limitar el contacto entre personas y el hecho de estar frente a frente.
Mantener el material limpio y ordenado
No debería haber ningún virus que nos obligue a hacer esto; mantener el material limpio, ordenado y bien cuidado debería ser una norma universal en cualquier gimnasio (y de hecho, lo es).
Cuando terminamos de entrenar, utilizar algún tipo de gel o paño para limpiar el material es una medida muy higiénica y que desde luego puede alargar mucho la vida útil del material y reducir la incidencia de contagios.
Si evitamos que este material entre en contacto con heridas o fluidos corporales será menos propenso a provocar contagios, y algo muy simple, pero a la vez muy efectivo para evitar que ocurra esto es utilizar una toalla que impida el contacto directo entre el cuerpo y el banco o la máquina de entrenamiento, por ejemplo.
Además, si al terminar de utilizarlo lo devolvemos a su sitio, los demás usuarios del gimnasio siempre sabrán dónde pueden encontrarlo, cosa que también es de agradecer porque termina ahorrando mucho tiempo.
Por último, si cuidamos el material del gimnasio en el que entrenamos y evitamos que se rompa, que se ensucie, o que se desgaste, será más probable que el dinero que no se invierte en reparar o reponer ese material se utilice en mejorar el material que ya hay o en ampliar la oferta disponible.
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