En infinidad de ocasiones hemos comentado lo adictivas que son las harinas refinadas y el impulso que en muchas personas producen de comerlas de forma compulsiva. Este efecto, que para muchos es adictivo tiene una explicación sencilla, ya que sigue los patrones de una actitud de ansiedad que puede poner en peligro nuestra salud. Por este motivo en esta ocasión queremos detenernos en los motivos por los que nos gusta tanto ingerir cantidades ingentes de hidratos de carbono refinados y azúcar.
Las sensaciones a la hora de comer es algo que la mayoría de nosotros tiene siempre presente, y por este motivo solemos utilizar texturas y sabores diferentes. Pero este placer por comer no nos debe poder y ser más fuerte que nuestra propia voluntad. Por norma general los alimentos que más nos llaman la atención y que más nos pide el cuerpo son aquellos que nos resultan más perjudiciales. Los que contienen más grasas y calorías son los que más calman nuestra ansiedad, y esto es importante que sepamos por qué sucede.
Los hidratos de carbono que nos aportan los alimentos elaborados a partir de harinas refinadas contienen altas cantidades de glucosa que nuestro organismo asimila de manera rápida y que crea en nosotros una sensación inmediata de bienestar. El efecto que tiene esta subida de glucosa en nuestro organismo es automático y nos hace estar más activos y en alerta, haciendo que se convierta este estado en algo satisfactorio a nivel orgánico. Pero el problema reside en lo rápido que el organismo elimina esa glucosa de la sangre, ya que el efecto que se produce es rebote, es decir, aumenta mucho la glucosa, pero si no la utilizamos el cuerpo la acumula rápidamente en forma de grasa y crea en notros una sensación de desazón total.
Esta sensación de bajón es la que hace que el organismo nos vuelva a pedir de nuevo ingerir alimentos con altas cantidades de glucosa, ya que estar en una situación de euforia constante es ideal y muchas personas buscan conseguir esto. Este fenómeno es algo similar a una dependencia y se produce con los alimentos que contienen altas cantidades de azúcares como las harinas refinadas, antes citadas, los dulces… Estas bajadas de azúcar en sangre son más agresivas cuando ingerimos alimentos con altos niveles de glucosa, por lo que se genera una especie de círculo vicioso que nos obliga a comer más alimentos de este tipo para mantenernos en una situación satisfactoria.
Por este motivo lo que recomendamos para evitar esto es ingerir azúcares e hidratos de carbono, ya que son necesarios para mantener las pilas cargadas, sin refinar, es decir, debemos apostar por las variedades integrales que nos aportan hidratos de carbono complejos que el organismo tarda más en asimilar y que por lo tanto dosifican más la cantidad de glucosa en sangre. Este tipo de dieta evitará la ansiedad y las comilonas compulsivas de dulces.
Imagen | michaelaw
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