Desde ayer se hizo efectiva la subida de impuestos a las bebidas azucaradas en Cataluña. En alguna ocasión hemos discutido si una subida de impuestos sirve de algo o, simplemente, es una medida recaudatoria. Para mí, la mejor solución para reducir el consumo de bebidas azucaradas es la educación nutricional, sin duda, pero este tipo de medidas puede ayudar a reducir el consumo.
Pero no todo es tan simple. Por un lado, tenemos un consumo de bebidas azucaradas que va en aumento y esto supone una merma en la salud poblacional, sobre todo en niños, que afecta al gasto sanitario. Por otro lado, tenemos una escasa educación nutricional a todos los niveles y un marketing muy agresivo para consumir este tipo de bebidas. Por eso, tomar la medida correcta no es fácil ni va a ser algo efectivo de la noche a la mañana.
Así afecta la subida de impuestos al precio de los refrescos
Los impuestos afectan a las bebidas azucaradas según el contenido de azúcar por cada 100 mililitros. Así, la subida de precios quedaría de la siguiente forma:
- Menos de 5 gramos de azúcar cada 100 mililitros: no hay subida de precio.
- Entre 5 y 8 gramos de azúcar cada 100 mililitros: 8 céntimos más por litro.
- Más de 8 gramos de azúcar cada 100 mililitros: 12 céntimos más por litro.
Esta subida afecta a cualquier bebida con azúcares añadidos, ya sea refresco, zumo, bebidas mal llamadas "deportivas", leches endulzadas, bebidas vegetales, bebidas de leche con zumo, bebidas energéticas o agua con sabores. Evidentemente, las bebidas zero quedan excluidas al no contener azúcar, aunque a largo plazo habría que ver si este tipo de bebidas afectan al peso y la salud de la población por el tipo de edulcorantes que tienen y su efecto en el metabolismo.
El porcentaje de subida de una lata o botella de refresco va a depender del precio que tenga la bebida. Así, un refresco de cola marca blanca con menor precio tendrá una subida en porcentaje de precio mayor que otra que cueste más.
Una lata de refresco de 330 ml sube 4 céntimos su precio. Una botella de 2 litros, costará 24 céntimos más
Para hacernos una idea más o menos acertada, una lata normal de refresco de 330 mililitros suele tener 35 gramos de azúcar, lo que supone algo más de 10 gramos por 100 mililitros. Se le aplicaría el tramo de impuesto de 12 céntimos más por litro, lo que supone que una lata de refresco subirá 4 céntimos su precio. Del mismo modo, una botella de dos litros de esa misma bebida subiría su precio en 24 céntimos. Tampoco parece mucho, ¿verdad?
La subida de impuestos no es solo recaudatoria
Lo primero que uno piensa cuando suben los impuestos a las bebidas o alimentos es que el gobierno quiere recaudar más. De hecho, se estima que esta subida suponga una recaudación de 41 millones al año en Cataluña, algo nada despreciable.
Pero está comprobado, como ocurrió con el tabaco, que una subida en el precio también es disuasorio y hará que se consuma menos. Aunque esto, desde luego, se habrá de comprobar con el paso del tiempo. Aunque no parece que la subida en el precio sea demasiado, los consumidores lo tienen en cuenta y pueden reducir la compra de este tipo de bebidas. Ya tenemos el caso de México, donde se subió un 10% el precio y su consumo se ha rebajazo un 6%.
Aunque muchas veces este tipo de impuestos no son nada solidarios y pueden discriminar, porque no es lo mismo una subida de 24 céntimos en una botella de 2 litros para una familia con pocos recursos que para una familia con dos sueldos boyantes. En este último caso, la subida va a disuadir muy poco en el consumo.
Y una de las cuestiones que a mí también me parece importante en esta subida de impuestos es que las empresas alimentarias seguramente se pondrán las pilas para reducir la cantidad de azúcar en sus bebidas, que al fin y al cabo es lo que se pretende: aminorar el consumo de azúcar en la dieta.
Aunque se puede dar el caso contrario y que la industria no modifique sus productos y reparta este impuesto entre toda la gama de bebidas que vende: con azúcar, zero, light, zumos, agua...de forma que al final "todos", consumamos o no bebidas azucaradas, pagaríamos el impuesto. Eso, sin duda, sería un "fail" en toda regla a la intención de reducir el consumo.
¿Y qué pasa con la bollería y demás productos azucarados?
Eso es lo que se pregunta la industria de las bebidas azucaradas: ¿y nuestro vecino que hace bollería, qué? Y claro, razón no les falta. Igual de nefasto es el abuso de bebidas azucaradas que el abuso de productos de bollería que también son ricos en azúcares añadidos.
Al final se deberían de meter a todos estos productos en el mismo saco, porque entre todos hacen que el consumo de azúcar se dispare en la dieta. Yo también vería lógico que a estos grupos de alimentos más azucarados también se les aplicara un impuesto gradual en función de su contenido en azúcar.
Los impuestos pueden servir, pero la clave es la educación nutricional
Según hemos visto en otros países, la subida del precio de este tipo de bebidas hace que se consuman menos, pero lo realmente importante es que los ciudadanos consuman menos porque sepan que es mejor para su salud, no porque sea mejor para su bolsillo. Es lo que realmente hará que a la larga se reduzca este tipo de bebidas.
Es lógico pensar que si las bebidas azucaradas están contribuyendo a un problema de salud pública como es la obesidad o el síndrome metabólico, se tenga que pagar un mayor precio por ello, porque a la larga está ocasionando mucho gasto sanitario. Pero si tenemos a ciudadanos formados e informados en materia de nutrición, su elección a la hora de elegir bebida en el día a día será más coherente.
Si solo se suben los impuestos y no hay campañas de concienciación a nivel nacional ni programas educativos en escuelas o centros de salud, al final solo queda la impresión de que el gobierno quiere recaudar.
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