¿Recuerdas algún momento en el que intentaste arreglar algo y la liaste tanto que en lugar de orden obtuviste un completo caos? Nutriscore es ese momento. Con su implantación se buscaba orden, coherencia y claridad a la hora de clasificar alimentos más o menos saludables, pero se ha obtenido caos, confusión y desconcierto.
Muy probablemente en estos días hayas escuchado o leído el término Nutriscore. Se trata de un modelo de etiquetado en forma de colores, que simula un semáforo, dándonos información rápida sobre lo saludable que es un alimento. Ahora en España tiene más visibilidad porque el objetivo del Ministerio de Consumo es implantarlo en este primer cuatrimestre de 2021.
En un artículo anterior que hemos publicado recientemente, explicamos a fondo en qué consiste Nutriscore, cómo funciona, en qué países ya está funcionando y cuáles son los principales errores de este modelo de etiquetado alimentario. Es recomendable que lo consultes para complementar la información que a continuación desarrollamos.
¿Podemos guiarnos por el etiquetado Nutriscore?
Leer etiquetas es una ardua tarea, a la que se añade el desconocimiento general del consumidor. Y ese desconcierto es totalmente normal puesto que en cada sitio dicen una cosa. No debemos olvidar que comemos varias veces cada día, y eso las marcas de alimentación lo saben, y lo aprovechan.
Con Nutriscore ese aspecto no va a ser diferente, y ya se han visto casos en los que algunas marcas comerciales exponen en grande sus productos calificados como muy saludables. Estamos por tanto ante la constante lucha del intento de información por parte de los profesionales de salud, contra el intento de diferentes marcas para posicionar y vender sus comestibles.
No debemos guiarnos por Nutriscore en los siguientes casos
No es necesario ni recomendado guiarnos con el modelo de etiquetado Nutriscore para alimentos de un solo ingrediente: frutas, verduras, huevos, leche entera, carne y pescados de calidad, legumbres, aceite de oliva, frutos secos, y otros.
Comparar alimentos de diferente categoría es otro error. De los pocos usos para los que puede ser útil Nutriscore es para comparar alimentos dentro de la misma categoría. Un aceite de oliva virgen extra tendrá así mejor calificación que un aceite de girasol, por ejemplo. Pero no podemos comparar aceites con refrescos, o zumos con quesos, porque sería un error grave.
En cualquier caso, es preferible esperar a que se realicen campañas de formación e información a los consumidores. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) explicó en un comunicado que, tras la implantación de Nutriscore, van a realizarse esas campañas tan necesarias ante el desconcierto general actual.
Preguntas que podemos hacernos para dar una calificación propia a los alimentos
Si leer etiquetas es complejo, y si Nutriscore no es fiable, al menos de momento, ¿qué podemos hacer para distinguir alimentos más o menos saludables? En el artículo extenso sobre Nutriscore que ya hemos comentado anteriormente, planteamos algunas preguntas de forma breve para elaborar nuestro propio Nutriscore casero.
Vamos a desarrollarlas, e introducir algunas cuestiones nuevas, que son útiles a la hora de echar un alimento a la cesta o dejarlo en el estante. Existen muchos matices, pero si aplicamos el sentido común y mezclamos las siguientes preguntas cuando tenemos un alimento en la mano, podemos hacernos una idea sobre si es saludable o no lo es.
¿Estás en un mercado o un supermercado?
Un supermercado nos soluciona mucho la vida teniendo a mano todo lo que buscamos. También suele disponer de un espacio para la fruta y verdura, para el pescado y para la carne. Pero, ¿cuántos alimentos hay en un supermercado que no están en un mercado? Estanterías y más estanterías de productos que si vas a una lonja o a una carnicería no encontrarías.
Si el alimento que tienes en la mano podría estar en un mercado, con mucha probabilidad tendrá una buena calificación. Reiteramos que siempre hay excepciones, pero queremos describir diferentes situaciones a nivel general.
Otra de las opciones es hacer la compra en el mercado. Tendrás mucha más variedad de carnes y pescados, además de frutas y verduras de todos los colores y frutos secos naturales a granel. Si quieres puedes aumentar los pasos diarios yendo a diferentes establecimientos especializados: pescadería, carnicería, frutería… Aunque aquí el factor tiempo corre en nuestra contra.
¿El producto que tienes en la mano ha sido anunciado en televisión u otros medios?
¿Cuántos anuncios de melocotones has visto en televisión? Por el contrario, ¿cuántos anuncios de zumos que tienen algo de melocotón has visto anunciarse? El melocotón no necesita mostrar sus virtudes porque todos las conocemos, pero el zumo necesita mostrar que es “saludable”.
Pueden utilizar como reclamo una baja cantidad de azúcar, una gran cantidad de jugo de melocotón, etc. Pero todo eso que muestra el envase de un zumo, no lo hace una fruta amontonada en una caja. Es una fruta, y nada más. No es necesario escuchar que no lleva conservantes y esos eslóganes utilizados en marketing.
Estaría genial ver en televisión anuncios de brócoli, de apio y de pepinos fomentando hábitos de vida saludables, en lugar de visionar refrescos y barquillos de chocolate haciendo ese cometido. Hasta que eso ocurra, si el alimento que tienes en la mano suele publicitarse en televisión, casi seguro, tiene una mala calificación en nuestro Nutriscore casero, y mejor devolverlo al estante.
¿El alimento que tienes en la mano está envuelto por su propia cáscara?
A mí me encantan los frutos secos. Después de comerme unos cuantos tengo una gran cantidad de cáscaras para tirar a la basura. Ahí se mezclan con otras cáscaras de huevos, algunas partes no comestibles de verduras, la piel de algún plátano y alguna espina de pescado.
Otros alimentos saludables como las legumbres, carnes, etc. no generan basura, más allá del posible envasado que las contenga. Pero si nos damos una vuelta por un instituto encontramos en la papelera envases de zumos, envoltorios de galletas y bollería, y mucho cartón y plástico.
Si el alimento que tienes en la mano puedes comprarlo al peso, sin envoltorio más allá de una bolsa en la que se introduce para transportarlo, tiene una buena calificación: es saludable. Si por el contrario, está envuelto en plástico como la mayoría de ultraprocesados (bollería, lasañas y pizzas prefabricadas, etc.) se aleja de lo saludable.
¿El alimento tiene etiqueta? En caso de tenerla, ¿tiene muchos ingredientes incluyendo alguno que ni conoces?
Siguiendo con la pregunta anterior, si un alimento no necesita envoltorio, no tiene etiqueta. Un kilo de sardinas no lleva un paquete que nos diga “ingredientes: sardinas”. Pero puede haber algunos como las legumbres, por ejemplo, que mirando la etiqueta veamos que contiene legumbres, y nada más.
Sin embargo, los alimentos que contienen una larga lista de ingredientes se alejan de una buena calificación, casi siempre. En nuestro Nutriscore casero se irían al color rojo de peligro, mientras que los alimentos sin etiqueta, o con ella pero en la que se muestra un solo ingrediente, aparecería en verde en el Nutriscore casero y sería interesante incluirlo en la compra.
¿Existía ese alimento hace 100 años?
No es necesario que llames a la persona más longeva que conozcas cuando tengas un alimento en la mano para preguntarle si ella comía ese alimento cuando era pequeña, pero podría ser una opción. Si hablas con personas mayores, y le preguntas qué desayunaban antes de ir al colegio, las galletas Oreo, los zumos y los cereales azucarados no formarán parte de su respuesta.
Pregúntale después qué cenaban, y seguro que no aparecerán las pizzas prefabricadas, ni lasañas, ni nada que se le parezca. Y es que, hasta hace unos 200 años con la Revolución Industrial, y la aparición de todas las máquinas que con ella surgieron, no era necesario ningún Nutriscore.
Apenas existía el procesado de alimentos, y mucho menos, la creación de alimentos nuevos. Con dicha revolución industrial se comenzó a refinar el azúcar y el trigo, por citar dos ejemplos básicos. Y han surgido algunos alimentos nuevos, que son los a los que le asignamos una mala calificación en nuestro Nutriscore casero.
Lejos de desechar por completo los procesados, debemos conocer que también existen buenos procesados que nos facilitan comer sano en poco tiempo. Pero es en esa línea donde se produce el mayor desconcierto para dilucidar si es buen o mal procesado.
Para acercarnos al color verde, cuando tengas el alimento en tu mano piensa cuántos años puede tener ese producto. Si tiene más de 100 años lo calificamos como saludable y le damos un color verde en nuestro Nutriscore.
Una vez más es necesario repetir que siempre hay excepciones, pero por eso debemos mezclar estas preguntas con nuestro sentido común.
Si estuvieses en mitad de la selva, ¿podrías cazar, pescar o recolectar el producto que tienes en la mano?
La última pregunta, y una de las más importantes. Si has comprado un alimento que podrías haber cazado, pescado o recolectado de la tierra casi siempre tendrá una calificación buena en nuestro Nutriscore.
Están dentro de este grupo los frutos que salen de la tierra como las legumbres y las hortalizas; los alimentos que podemos coger de los árboles como las aceitunas y frutas; y los animales que podrían cazarse y pescarse como han hecho nuestros ancestros miles de años atrás.
Todas las preguntas tienen excepciones, pero si hacemos una mezcla de ellas, y le añadimos el sentido común, sabremos de forma bastante precisa si los alimentos de nuestra cesta son más o menos saludables.
En Vitónica | Siete productos que parecen sanos pero que no conviene meter en tu carrito de la compra
Imágenes | iStock