La inactividad física empeora nuestra salud y también disminuye la eficiencia de nuestro cerebro
Si hablamos de sedentarismo y actividad física, la conclusión es clara: la actividad física multiplica la salud, primero porque eliminamos el sedentarismo y segundo por los beneficios intrínsecos del movimiento. El problema es que el sedentarismo prolongado está instalado en nuestras vidas en el transporte, el lugar de trabajo, la escuela y el hogar. Existe una forma con la que sumar minutos de actividad física al día a día sin darnos cuenta aprovechando los espacios en los que pasamos un tercio de nuestra vida.
Sedentarismo versus actividad física: el ganador está claro
Estudios recientes sugieren que el comportamiento sedentario es incluso más importante para determinar la salud que la actividad física en sí misma. El tiempo sedentario está asociado con factores de riesgo de enfermedad cardiometabólica, algunos cánceres y mortalidad.
Por el contrario, las personas con niveles más altos de actividad física muestran menores riesgos de desarrollar síndrome metabólico, enfermedad cardiovascular, diabetes, algunos tipos de cáncer, hipertensión, obesidad y problemas de salud mental.
Los niveles más altos de actividad física también parecen estar asociados con una mejor calidad de vida, menores niveles de estrés, mejor interacción social y una mejor autopercepción. Además, se sabe que la actividad física mejora las funciones ejecutivas.
Cuando somos niños y adolescentes pasamos largas jornadas sentados en clase, ya sea colegio, instituto o universidad. Cambiamos las sillas del pupitre por sillas del trabajo en muchos casos, por lo que nos pasamos un tercio de nuestra vida, al menos, sentados. A ese tiempo hay que añadir el resto del día, claro está.
Esa es la razón por la que es necesario centrarse en reducir el comportamiento sedentario asociado al trabajo y la educación. Una solución pasa por implementar estaciones de trabajo activas en los centros educativos y el lugar de trabajo.
Bicicleta estática en el colegio y la oficina
Proporcionar escritorios para caminar en la oficina conduce a una reducción del tiempo dedicado a comportamientos sedentarios, un aumento en el recuento diario de pasos y el gasto de energía, y tiene efectos positivos en varios parámetros de salud.
Al contar con una bicicleta estática en nuestro lugar de trabajo, o una estación de pedaleo simplemente debajo del escritorio podemos eliminar el sedentarismo de un plumazo. El objetivo no es pedalear todo el tiempo, claramente, porque además influye negativamente en tareas como la mecanografía, pero sí podemos hacer pausas activas o aprovechar momentos como reuniones para activarnos.
Los estudiantes pueden pedalear en cualquier momento con un estación de pedaleo mientras atienden al profesor. Esta actividad que parece algo sin importancia sumará a lo largo del día muchos minutos de actividad física, por lo que reducirá el tiempo sedentario y romperá con el sedentarismo prolongado.
Además de la salud física, nuestro rendimiento cerebral se verá beneficiado de pedalear cada cierto tiempo. Hay muchas investigaciones que han comprobado cómo las bicicletas de escritorio mejoran funciones ejecutivas como la memoria, atención y otras como el cálculo matemático.
Lo mismo sucede en adultos cuando pedalean en una bicicleta estática. Dicha actividad mejora la velocidad de procesamiento mental y hace que nuestro cerebro sea más eficiente. Por lo tanto, contar con una bicicleta estática en el trabajo o bicicletas de escritorio en los centros educativos se asocia con un mejor rendimiento cognitivo y, por supuesto, numerosos beneficios al romper el sedentarismo.
Referencias
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