Hormonas tiroideas, adrenalina, estrógenos y otras
Cuando tratamos con adolescentes decimos que tienen las hormonas revolucionadas. A las mujeres, el síndrome premenstrual puede hacerles pasar unos días tensas o decaídas, y la culpa es de las hormonas. Los hombres a veces también achacan a una hormona (la testosterona) sus impulsos o actitudes.
¿Qué son exactamente las hormonas, que tan de cabeza nos traen a veces? Vamos a explicarte todo lo que necesitas saber sobre ellas, además de contarte cuáles son las más importantes de tu cuerpo y por qué.
¿Qué son las hormonas?
Las hormonas son sustancias que segregan determinadas células especializadas de nuestro cuerpo. Aunque las más importantes son las que se localizan en las llamadas glándulas endocrinas, casi todos los órganos producen hormonas en el cuerpo humano.
El cerebro utiliza las hormonas como señales a los distintos órganos del cuerpo, para orquestar su funcionamiento.
Por su función, las hormonas se engloban dentro del grupo de los mensajeros químicos, junto a las feromonas y los neurotransmisores. Esto quiere decir que el cerebro utiliza las hormonas como señales a los distintos órganos del cuerpo, para orquestar su funcionamiento y que se desarrollen correctamente procesos como el crecimiento y el desarrollo, las funciones sexuales, el metabolismo o la salud mental entre otros.
Se trata de sustancias muy eficaces, potentes incluso en pequeñas cantidades. Para que todo funcione correctamente es esencial que se encuentren en equilibrio. Cuando ese equilibrio no existe y alguna hormona está presente de más o de menos en el cuerpo, las consecuencias se hacen notar y aparecen trastornos de todo tipo que necesitan atención médica, como por ejemplo, el hipotiroidismo.
Las hormonas más importantes y qué función cumplen en tu cuerpo
Aunque cómo decimos, todas las hormonas deben mantener su equilibrio para que el cuerpo funcione correctamente, estas son algunas de las más importantes, con la función que cumplen en nuestro cuerpo.
1. Hormona del crecimiento
La hormona del crecimiento se llama somatotropina, y su función es estimular el crecimiento, la reproducción celular y la regeneración de los tejidos del cuerpo.
Su efecto más conocido es el aumento de estatura durante la infancia y la adolescencia, pero no es el único. La hormona del crecimiento se encarga también de incrementar la acumulación de calcio en los huesos, promover el crecimiento muscular (por ello su interés en el mundo deportivo) y de todos los órganos, incluido el cerebro, así como de estimular el sistema inmune.
Cuando hay un desequilibrio hormonal y se produce un exceso de hormona del crecimiento, los síntomas comienzan por un crecimiento excesivo de los huesos de la mandíbula, así como el ensanchamiento de los dedos de las manos y de los pies, presión sobre los nervios, sudoración, problemas en el procesamiento de la glucosa que pueden llevar a la diabetes y reducción de las funciones sexuales.
En cambio, cuando el problema es la deficiencia de la hormona del crecimiento, el principal síntoma es, en los niños, una estatura baja y retraso en el crecimiento y en el desarrollo sexual. Aunque hay formas de aumentar la producción de esta hormona de forma natural, en caso de que haya un desequilibrio grave es recomendable consultar con un médico.
2. Tiroxina
La tiroxina también se llama tetrayodotironina o T4 porque contiene en su fórmula cuatro átomos de yodo. Se genera en la tiroides, la principal glándula involucrada en nuestro metabolismo, y esa es precisamente la función más importante de la tiroxina en nuestro cuerpo: participar en el metabolismo ayudándonos a convertir las calorías que consumimos en energía.
Cuando esta hormona se produce en menos cantidades de lo necesario, el metabolismo se ralentiza y eso puede causar un aumento de peso, mayor sensibilidad al frío, un ritmo cardíaco más lento.
Cuando ocurre lo contrario y hay una sobreproducción, el metabolismo se acelera, pudiendo causar una bajada de peso, aumento del apetito, irritabilidad, taquicardias y poca tolerancia a los lugares más cálidos.
3. Adrenalina
Llamada también epinefrina, la adrenalina se produce en las glándulas suprarrenales, situadas junto a los riñones. Es, además de una hormona, un neurotransmisor, lo que significa que pone en contacto y transmite información de unas neuronas a otras.
Está involucrada en muchos procesos diferentes, así que es difícil definir su función, pero todos tienen que ver con activarnos y ponernos alerta. La adrenalina nos predispone a la acción, a la reacción rápida y con ello, a sacar todo el partido de músculos y huesos si hace falta. Es la principal implicada en la llamada reacción de pelea o huye que se activa ante una situación de peligro. También en aquellas en las que hay algo en juego si somos los más ágiles, como una competición deportiva.
Cuando la adrenalina entra en acción tienen lugar varios cambios en nuestro cuerpo: las pupilas se dilatan, para que entre más luz en los ojos y veamos mejor; el ritmo cardíaco y la respiración se aceleran para que llegue más oxígeno a los músculos, y se frena la actividad de otros órganos que no serán imprescindibles en caso de que el cuerpo tenga que entrar en acción, como el sistema digestivo.
Los excesos de adrenalina pasan factura: en casos extremos o en personas con salud cardíaca delicada, pueden causar un ataque o un infarto. Pero otras veces la adrenalina es tan necesaria que se inyecta, llamándola habitualmente epinefrina, como parte de tratamientos médicos para el paro cardíaco o la anafilaxia entre otros.
4. Glucagón e insulina
Aunque son dos hormonas diferentes, ambas trabajan en equipo regulando los niveles de glucosa que el hígado libera a la sangre para que sea transportada a los órganos y tejidos donde las células la utilizarán como combustible para funcionar.
Cuando los niveles de glucosa son demasiado altos, la insulina entra en juego para limitarlos. Por eso cuando la insulina no está presente o no es suficiente, aparecen trastornos como la diabetes.
En cambio, cuando los niveles de glucosa están demasiado bajos, es el glucagón quien estimula al hígado para que libere más hacia la sangre.
5. Estrógenos
Los estrógenos son una de las hormonas sexuales femeninas y se forman a partir del colesterol, por eso las mujeres que bajan mucho de peso presentan trastornos menstruales. Tienen un efecto proliferador, es decir, que hacen que las células se multipliquen en tejidos como los ovarios, el útero y otras zonas del cuerpo. Su presencia es mayor los primeros siete días del ciclo menstrual.
No sólo están relacionados con la función reproductora. Los estrógenos también influyen en el metabolismo de las grasas: reducen el colesterol malo y favorecen el bueno. Afectan a la distribución de la grasa corporal, favoreciendo la figura típicamente femenina de caderas anchas. Tienen un efecto protector de los huesos, evitando la descalcificación.
En la menopausia, los estrógenos comienzan a disminuir en el cuerpo de las mujeres hasta prácticamente desaparecer, y eso da pie a cambios en sus huesos, en su piel, su figura y su estado de humor. Es algo natural, pero existen tratamientos hormonales sustitutivos, compuestos en parte por estrógenos, para paliar los síntomas. También se emplean como parte de los anticonceptivos hormonales, la famosa píldora.
6. Progesterona
La progesterona trabaja junto con los estrógenos para regular el ciclo menstrual de las mujeres. Actúa principalmente al final del ciclo, después de la ovulación, y es la encargada de favorecer el embarazo y la gestación: crea y mantiene el endometrio, la capa de tejido mucoso y vascular que recubre el interior del útero y que es lo que llamamos comúnmente regla.
Por sus efectos, se utiliza a menudo tanto en tratamientos de fertilidad donde resulta especialmente complicado conseguir y mantener un embarazo como ante patologías relacionadas con el ciclo menstrual y sus desequilibrios.
7. Testosterona
La testosterona es la principal hormona sexual masculina, aunque también la producen las mujeres: se genera en los testículos y en los ovarios. Tiene un gran impacto en el rendimiento físico porque afecta a la masa muscular, y hay maneras de aumentarla de forma natural.
En los hombres, la testosterona interviene en el desarrollo de los testículos y la próstata, así como en el de otros caracteres sexuales secundarios como la masa muscular, el vello corporal o el agravamiento de la voz durante la adolescencia.
La testosterona cumple muchas otras funciones, en ambos sexos, si bien su presencia es mucho más alta en los hombres. Por ejemplo, su efecto hace que los órganos sean más grandes, por eso a menudo el corazón, los pulmones y demás son más grandes en hombres que en mujeres. Parece tener también un efecto protector en la tercera edad.
La testosterona parece tener una relación directa con el comportamiento: niveles más altos están asociados a una mayor agresividad, mientras que la paternidad parece reducir los niveles de testosterona, sugiriendo que así se promueven comportamientos de cuidado de los hijos. Según algunos estudios, al enamorarse los hombres reducen su testosterona, y las mujeres la aumentan, lo que daría como resultado una reducción en las diferencias de comportamiento entre unos y otras.
Imágenes | Foto de portada: Alin Luna, foto 1: Alexander Grey, foto 2: National Cancer Institute, foto 3: Razvan Chisu, foto 4: Towfiqu barbhuiya, foto 5: Sharon Waldron, foto 6: Polina Zimmerman, foto 7: Joseph Buchanan.
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