La acupuntura es una de las modalidades de medicina alternativa más extendida en España. Se llama así a la práctica de insertar agujas muy finas en determinados puntos del cuerpo con el objetivo de aliviar dolores y otros síntomas y curar enfermedades.
Como parte de la medicina tradicional china, hay en torno a la acupuntura cierta polémica sobre su eficacia: ¿realmente funciona? Y si funciona, ¿cómo lo hace? ¿Y por qué se considera alternativa y no un tratamiento médico más?
El chi y la medicina basada en la filosofía
Vayamos por partes, y empecemos por el principio: explicando la base de la acupuntura. Esa base no es otra que la idea del chi, una supuesta energía vital que impulsa y mantiene sanos a todos los seres vivos. El malestar aparece cuando el chi se ve bloqueado en determinados puntos del cuerpo o cuando se produce un desequilibrio entre los dos tipo de chi (el ying y el yang o el bueno y el malo).
Aunque se cita el aspecto antiguo y tradicional de esta práctica como algo que habla en su favor, de hecho es todo lo contrario. La acupuntura es un ejemplo de medicina basada en la filosofía, desarrollada en una cultura precientífica. Este tipo de sistemas médicos partían de una idea de cómo funcionaba el cuerpo y cómo se producían las enfermedades, y basaba sus prácticas en ellas, sin seguir ningún proceso parecido al de la observación empírica, base del método científico.
Esto dio como resultado en occidente la teoría humoral de la salud, que postulaba que el equilibrio de una serie de fluidos era lo que mantenía al cuerpo sano, y que las enfermedades se producían cuando esos fluidos no estaban equilibrados. De ahí que los tratamientos incluyesen a menudo procedimientos como las sangrías, que buscaban restaurar ese equilibrio de nuevo.
En oriente, uno de los ejemplos es precisamente la acupuntura. El problema es que estos sistemas médicos no resisten bien el paso del tiempo ni el cambio de paradigma a una medicina basada en el conocimiento científico.
Décadas de avance en el conocimiento científico de la biología y el funcionamiento del cuerpo humano han servido para descartar el concepto de energía vital. Ningún experimento la ha detectado, formulado o determinado su origen. Y sin energía vital, la base de la acupuntura desaparece.
"Pues a mí me funciona"
Para la gente recurre a la acupuntura sobre todo para tratar dolores musculares recurrentes o crónicos, y asegura sentir alivio tras las sesiones, la existencia o inexistencia del chi puede no ser algo importante. A ellos les funciona, y eso es suficiente. Existen varias explicaciones para ello.
Por un lado, algunos estudios proponen que al clavarse, las agujas estimulan la liberación de sustancias químicas analgésicas que se encuentran de forma natural en nuestro cuerpo, que ayudan a relajar los músculos en estado de tensión o que alivian el dolor causando leves irritaciones en otros puntos. Sin embargo, todas estas teorías son de momento especulaciones que no han sido demostradas científicamente.
Por otro, los científicos apelan al efecto placebo para explicar las mejoras que muchos pacientes sienten gracias a la acupuntura: gracias a la convicción de que les ayudará, y más aun si llega tras la recomendación de un médico (o alguien que dice tener formación médica), el resultado es positivo pero no se debe al tratamiento en sí, sino al efecto del subconsciente.
Por último, muchas de las personas que aseguran sentirse mejor tras someterse a acupuntura, no se están sometiendo realmente a acupuntura. Me explico: en muchos de estos tratamientos se combinan las agujas con ligeras corrientes eléctricas, y esto no es acupuntura, se llama estimulación eléctrica subcutánea, y es un tratamiento médico probado y estipulado para el dolor crónico.
Lo que dicen los estudios científicos
A pesar de la falta de base científica para su funcionamiento, diversas investigaciones han tratado de hacer el camino inverso: partir de la aplicación de acupuntura para tratar de determinar cuáles son sus efectos y a qué se deben.
En esos estudios, cuando están buen diseñados, se divide a los voluntarios en tres grupos: uno de ellos, de control, no recibirá tratamiento alguno; otro recibirá sin saberlo una acupuntura falsa, en la que las agujas no se colocarán en los puntos adecuados o no se clavarán lo suficientemente profundas; y el tercero recibirá acupuntura cumpliendo con las indicaciones precisas de esta práctica.
Los resultados hasta ahora muestran que no hay diferencias entre los efectos señalados por los voluntarios de los dos segundos grupos, lo que refuerza la teoría del efecto placebo: solo con creer que estaban recibiendo el tratamiento mejoraron sus síntomas, sin necesidad de seguir un protocolo estricto concreto.
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