El hígado graso puede presentarse en su variante alcohólica y no alcohólica. En cualquier caso, los hábitos alimentarios servirán para prevenir que aparezca o para mejorar esta condición si ya presentamos dicho hígado graso. Estas son las recomendaciones nutricionales más eficaces para prevenir y tratar esta alteración de nuestro hígado.
Prevención y tratamiento del hígado graso alcohólico y no alcohólico
Prevenirlo: reduce al máximo el consumo de alcohol
El hígado graso alcohólico tiene una prevención muy sencilla e intuitiva: alejarse del alcohol, especialmente si hay síntomas de una posible aparición de esta condición en nuestro hígado. Un excesivo consumo de alcohol además puede ir acompañado de malos hábitos alimentarios, al consumir fritos o aperitivos que acompañen a esa cerveza, vino o copa.
Unos malos hábitos alimentarios aumentarán significativamente el riesgo de cursar hígado graso alcohólico, ya que le ponemos difícil el trabajo a este órgano con el alcohol, y no le ayudamos en nada con el consumo de alimentos insalubres.
Tratarlo: nada de alcohol y la mejor dieta posible
En el caso de que la enfermedad de hígado graso ya esté implementada, sea en su variante alcohólica o no alcohólica, podremos mejorarla en primer lugar abandonando el alcohol en su totalidad, y en segundo lugar con una buena alimentación.
Cuando aparece un hígado graso no alcohólico la nutrición será aún más importante, ya que es el principal factor que facilita su aparición, y por tanto, el protagonista para tratar de mejorarlo. Por supuesto, una vida activa y con varios entrenamientos a la semana también será nuestra aliada.
Recomendaciones generales de nutrición para prevenir y tratar un hígado graso
Las recomendaciones para prevenir y tratar un hígado graso no difieren apenas en las que se llevan a cabo como una dieta adecuada y saludable. Los vegetales deben estar presentes en cada comida ya que aportan vitaminas y minerales que nos servirán como antioxidantes en la lucha para eliminar la toxicidad de nuestro hígado.
La proteína animal debe reducirse al máximo, introduciendo legumbres y pescados para obtener esa misma proteína. De esta forma reducimos la cantidad de grasa, sobre todo la menos saludable, para restar trabajo a nuestro hígado que debe digerir la grasa secretando bilis.
Normalmente el consumo de grasas saludables forma parte de una dieta adecuada, pero en este caso sí será recomendable controlar su consumo, manteniéndolo bajo y siendo de procedencia vegetal: aceite de oliva virgen extra, frutos secos y semillas.
El azúcar añadido, los ultraprocesados y el alcohol deben ser eliminados de la dieta, ya que son los principales alimentos que producen y empeoran la condición de hígado graso. Suma agua cada día, siendo la bebida principal en todas las comidas, en lugar de cualquier otro tipo de bebida.
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