Salir a correr es una de las actividades más populares para mantenernos en forma, pero en torno a este mundillo hay muchos errores y malos hábitos a corregir. Unos son fáciles de solventar, otros tienen más de ritual y otros simplemente son olvidos que hacen la carrera algo menos saludable.
No calentar o sólo correr cinco minutos a ritmo suave como calentamiento: el calentamiento debe incluir además de una activación vegetativa, ejercicios de movilidad articular y estiramientos dinámicos. Sobre todo si la carrera de después va a ser intensa, debemos avisar a articulaciones, ligamentos y músculos con antelación.
No hidratarse de forma adecuada: por muy corta que sea una salida, si acabamos medio deshidratados estamos forzando la máquina. Nunca haríamos un viaje en coche con el depósito a punto de acabarse ¿verdad? Pues el cuerpo es lo mismo: si no disponemos de reservas de agua y electrolitos, estamos calentando y forzando la máquina. Busca alguna fuente por el camino o hidrátate bien antes de salir.
Utilizar material inadecuado: no todas las zapatillas sirven para correr. Unas zapatillas duras en entrenamientos de rodaje largo pueden desgastar las articulaciones a largo plazo y hacer que aparezcan dolores por todos lados. Una buena amortiguación, zapatillas adecuadas para nuestro tipo de pisada y llevar un pantalón y camiseta específica para carrera harán de los entrenamientos algo más seguro y agradable.
Picarse con cualquiera que pasa: esto es habitual y va dentro de nuestra naturaleza competitiva. Vamos tranquilamente trotando, pasa alguien a nuestro lado y de repente nos entra ese ímpetu competitivo de: “no puede correr más que yo”. Cada cual tiene su entrenamiento, a su ritmo y adaptado a sus condiciones: no te salgas del tuyo, en el camino del entrenamiento no existen atajos.
Parar de golpe al acabar de correr: muchas veces tenemos 30 o 40 minutos de carrera a buen ritmo, acaba el tiempo y paramos de golpe, sin dejar al cuerpo acomodarse poco a poco a la situación de descanso. Si el calentamiento es importante, la vuelta a la calma no es menos. No pares de golpe, baja el ritmo poco a poco hasta acabar andando un par de minutos, luego haz ejercicios suaves de estiramientos y movilidad articular.
- Estar demasiado pendiente del crono o pulsómetro: los entrenamientos están para cumplirlos, pero no para obsesionarse con el tiempo o pulsaciones. El simple hecho de estar constantemente mirando el reloj para ver datos alterará la calidad del entrenamiento. Lo mejor para estos casos es poner una señal sonora al pulsómetro para que nos avise que estamos dentro de la intensidad de entrenamiento, o simplemente dejar el reloj en casa cuando no seas imprescindible.
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