Muchos suplementos deportivos en la actualidad se encuentran mal etiquetados y gran parte se debe a la escasa regulación y control que hay sobre los mimos. Algo semejante sucede con los suplementos alimenticios en general, cuya seguridad y eficacia es dudosa, pues depende entre otras cosas, de la ley que los regula.
La regulación actual
La regulación disponible en la actualidad es en gran parte responsable de que muchos suplementos tengan una dudosa seguridad y eficacia, pues como reclama la OCU cada país de la Unión Europea posee una legislación diferente y en las mismas son distintas las sustancias prohibidas y permitidas, así como la categorización de los complementos.
Esto puede dar lugar a confusión así como puede generar dudas acerca la seguridad y eficacia de los suplementos, ya que algo catalogado como seguro en un país puede estar prohibido en otro o lo que en España se considera un suplemento alimenticio en otro país puede ser categorizado como medicina a base de plantas.
De igual forma, el Reglamento UE 432/2012 establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos, adicionando el 15% de la cantidad diaria recomendada de un nutriente. Es decir, si un complemento o suplemento tiene sólo un 15% de la vitamina C recomendada puede destacar su presencia y aludir propiedades saludables al producto por contener este nutriente, cuando todos sabemos que una naranja solamente cubre la cuota de vitamina C diaria y que 15% de la necesidad diaria es un porcentaje muy bajo.
Todo esto lleva a que los consumidores tengamos una gran confusión acerca de los suplementos alimenticios, pues su eficacia puede ser nula respecto a lo que declara en el etiquetado un producto, tal como sucedió con el suplemento que utilizó Rafa Nadal para recuperar su rodilla.
La ausencia de un marco regulatorio unificado en toda la Unión Europea y la flexibilidad al momento de hacer declaraciones de propiedades de cada suplemento en el etiquetado son gran parte del problema actual con los diferentes complementos disponibles en el mercado.
Mucho por mejorar, poco a nuestro alcance
Como consumidores el único arma disponible para comprar con fundamento o conocer un producto es el etiquetado de los mismos. Sin embargo, si la regulación deja mucho que desear en este tema y en el etiquetado se puede hablar de seguridad y eficacia cuando quizá no son afirmaciones sólidas, poco hay a nuestro alcance.
Por ello, creemos que hay mucho por mejorar en la regulación actual y además de crear una legislación global que permita hablar en el mismo idioma en todos los países de la Unión Europea, siempre es necesario volver más estrictos los marcos regulatorios y controles sobre el etiquetado de cada producto.
Alegar propiedades saludables, cicatrizantes o estimulantes de la formación de colágeno a un producto que sólo tiene un 15% de la vitamina C recomendada resulta exagerado y su eficacia es como mínimo dudosa, por ello, toda alegación engañosa que confunda al consumidor debe ser revisada si buscamos suplementos alimenticios que no sólo afecten nuestro bolsillo.
Controlar las declaraciones de propiedades nutricionales, así como señalar posibles efectos adversos, dosis mínimas y máximas recomendadas e información nutricional de calidad es clave para que contemos con suplementos alimenticios más seguros y eficaces, así como también, la creación de un sistema de vigilancia y control riguroso que asegure el cumplimiento de la regulación existente.
Más información | Real Decreto 1487/2009, Ministerio de la Presidencia, Gobierno de España; Reglamento (UE) n ° 432/2012 de la Comisión Europea; y OCU.
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