Sabemos que el estrés nos conduce a la búsqueda de alimentos mas caloricos y por lo tanto representa un factor de riesgo para sufrir sobrepeso y obesidad. Sin embargo, poco consideramos su control cuando buscamos adelgazar o mejorar la calidad de la dieta, cuando en realidad, si queremos comer más sano deberíamos comenzar por controlar el estrés en la vida diaria.
Más estrés y mayor consumo de comida rápida y preparaciones ricas en grasas
En nuestra vida diaria podemos ver claramente como el estrés influye en las decisiones alimentarias que tomamos. Es decir, si nos sentimos abrumados, sin tiempo para pensar en nada más que el trabajo o alguna preocupación, claramente optaremos por comprar comida, acudir a comida congelada u opciones rápidas y de mala calidad nutricional.
Un estudio realizado con madres de niños pequeños que tenían sobrepeso y obesidad, y de bajos ingresos, observó el efecto de una intervención en el estilo de vida sobre su dieta y su estrés percibido.
En la investigación se emplearon encuestas para evaluar el estrés percibido así como la ingesta de comida rápida y preparaciones con alto contenido graso.
La intervención por sí sola no tuvo un efecto significativo sobre la ingesta de grasas pero si sobre el consumo de comida rápida. No obstante, de forma indirecta y mediante el control del estrés percibido, la ingesta de preparaciones grasas y comida rápida de mala calidad se redujo.
Entonces, es clave controlar el estrés y reducirlo en el día a día para así poder focalizarnos en la dieta y en mejorar su calidad, así como en cocinar más sano y comer mejor.
Más allá de lo que pensamos o hacemos de forma voluntaria, inconscientemente el estrés nos incentiva a comer peor por modificación de hormonas que regulan el hambre, el apetito y la saciedad. Por eso, si queremos comer más sano, no debemos dejar de controlar el nivel de estrés e incluso, recomendamos comenzar por reducirlo en nuestra vida diaria.
Imagen | Jumpstory
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