Qué es, para qué sirve y cómo funciona una resonancia magnética

Todos hemos escuchado alguna vez hablar de las resonancias magnéticas, pero si como yo, nunca habéis tenido que pasar por esta prueba, es más que posible que no tengáis muy claro en qué consiste o para qué sirve. Sin embargo, se trata de una técnica muy útil e importante. Tanto que sus creadores obtuvieron el premio Nobel por ella.

Se trata de una técnica inventada en 1971 y refinada más adelante que nos permite obtener imágenes del interior del cuerpo sin que hagan falta procedimientos más invasivos y evitando así las molestias que estos pudieran ocasionar a los pacientes.

Qué es una resonancia magnética

Se trata de un equipo que, al contrario que otras técnicas no utilizan la radiación. El equipo que lleva a cabo esta resonancia cuenta con un gran imán que tiene forma de anillo con un túnel en el centro. Esta maquina consigue producir decenas de imágenes de la zona estudiada. En algunos casos, se llegan a obtener incluso cientos de imágenes.

Este equipo contiene un imán lo suficientemente grande como para que el paciente entre dentro, una camilla en la que se situaría al paciente, un emisor de radiofrecuencia, una antena que recogería las radiofrecuencias emitidas por nuestro cuerpo, unas bobinas de gradiente para regular el campo magnético y un ordenador que es el que se encarga de procesar las señales que recibe y convertirlas en imágenes.

La resonancia magnética o IRM se puede utilizar en diferentes zonas del cuerpo, como la cabeza, el torax, la zona cervical, el abdomen, el corazón, la zona lumbar y la zona pélvica.

Para qué se utiliza la resonancia magnética

Existen varios motivos por los que se puede necesitar pasar por una resonancia magnética. Entre otras cosas, puede ser necesario para ayudar a hacer un diagnóstico de problemas del sistema nervioso central, del abdomen, de la mama, de lesiones musculoesqueléticas o de problemas cardiovasculares. Esta técnica concreta, junto con un contraste, puede permitir tener una visión mejor de las arterias y las venas. También ayuda a observar el sistema nervioso central.

Se trata de una técnica que es posible utilizar en personas de todas las edades, aunque en niños muy pequeños puede ser necesaria la anestesia dado que esta técnica requiero que el paciente se quede totalmente quieto.

Casos en los que no se puede utilizar

Algunas personas, como las que sufren insuficiencia renal, pueden tener problemas a la hora de utilizar esta técnica. Esto se debe a que en algunos casos se utiliza contrastes y estos pueden no estar indicados para este tipo de pacientes. Además de estas personas, quienes utilizan marcapasos, llevan implantes como los audífonos, también quienes llevan dispositivos metálicos implantados no pueden utilizarlo. Lo mismo ocurre en el caso de las mujeres embarazadas.

Algunas personas que padecen claustrofobia pueden tener problemas también a la hora de usar esta técnica debido a que implica introducirnos por completo en un espacio relativamente pequeño y estar bastante tiempo allí dentro. En cualquier caso, antes de hacer la prueba nuestro médico se asegurara de que todo esta correcto y podemos llevarla a cabo.

Cómo funciona la resonancia magnética

La resonancia magnética es una prueba que tarda aproximadamente unos 25 minutos en hacerse, dependiendo de la parte del cuerpo que vaya a ser analizada. Esta técnica funciona por medio de unas ondas de radio que manipulan la posición magnética de nuestros átomos. Estos cambios son detectados por la antena que tiene la maquina y se envían al ordenador. En este es dónde esas señales se convierten en imágenes.

A nosotros, como pacientes, nos solicitarán que nos tumbemos sobre una camilla que se introducirá dentro del aparato. De ser necesario, nos inyectarán un contraste vía intravenosa. En algunas ocasiones, es posible que nos coloquen unos dispositivos - a los que se conoce como espirales - en la zona que vayan a analizarnos.

Se trata de una prueba indolora, aunque puede ser molesto porque tenemos que estar mucho rato quietos. Si tenemos dificultades con esto pueden darnos algún medicamento para relajarnos. Otra de las molestias habituales es que la maquina emite ruido intenso por lo que es posible que necesitemos tapones para los oídos.

Mientras estamos dentro si sufrimos alguna molestia o nos encontramos mal podemos utilizar un intercomunicador para hacérselo saber a los médicos que están fuera. Esta prueba no requiere de reposo posterior: una vez terminada podemos volver a la vida habitual.

Imágenes | Pixabay

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