Para correr una maratón (y llegar en buen estado a cruzar la línea de meta) no basta con tener ganas de correrla: más bien hay que tener muchas ganas de entrenarla. El día de la carrera no deja de ser un mero trámite por el que pasar para recoger la medalla al llegar a la meta, pero lo realmente importante, lo que de verdad te exige son los tres o cuatro meses de entrenamiento previos a la carrera.
Dicho esto, si te estás planteando correr una maratón, es necesario que sepas que es una distancia que te va a exigir mucho. No solo hablamos de entrenamiento, sino también de controlar la alimentación, compaginar tiradas largas con vida familiar y social... Como muchos, una vez que hayan comenzado a entrenar, puede que piensen "oye, ya me podían haber avisado de esto antes" (yo lo pensé en su momento cuando entrenaba para la maratón de Madrid), os contamos qué es lo que te va a pedir la maratón antes de correrla.
Progresión en los entrenamientos: generalmente (porque siempre hay excepciones, pero no debemos olvidar que son eso: excepciones) no pasamos de correr cinco kilómetros a correr una maratón. Previamente a entrenar una maratón es muy aconsejable haber corrido varias medias maratones: la progresión en las distancias nos aportará perspectiva y nos evitará episodios desagradables de lesiones.
Tiempo para entrenar: necesitarás algunos meses de entrenamiento específico para la maratón. Generalmente, dependiendo del plan de entrenamiento que lleves, suelen ser alrededor de tres meses de entrenamiento específico en los que se integran carrera (con diferentes tipos de entrenamiento), técnica de carrera, entrenamiento de fuerza, de movilidad... Plantarse ante una maratón un mes antes y decidir correrla suele ser un plan arriesgado.
Compaginar vida familiar, laboral y social con los entrenamientos: puede que esta sea la parte más complicada para los maratonianos, y es que a lo largo de los meses de preparación específica necesitaremos comprometernos con unas cuatro sesiones de entrenamiento a la semana que no nos deberíamos saltar para llegar en las mejores condiciones posibles al día de la maratón.
Esto significará a veces pegarnos buenos madrugones para hacer las tiradas largas, posponer las cañas con los colegas hasta después del entrenamiento o entrenar, aunque a veces falten ganas, a última hora del día para cumplir con el plan.
Cuidar nuestra alimentación: nutrirnos para que nuestros entrenamientos sean un éxito también forma parte de ese entrenamiento para la maratón. Quizás no tienes que seguir una dieta específica, pero sí es conveniente que nuestra alimentación nos ayude a completar nuestros entrenamientos, y no los dificulte. Eso puede significar quitarte algunos caprichos culinarios, sobre todo en las últimas semanas previas a la carrera.
Estar preparados mentalmente: la preparación mental forma parte también del entrenamiento de una maratón, y no solo el día de la carrera. La maratón y su preparación son una carrera de fondo (nunca mejor dicho) en la que habrá días en los que no te apetezca entrenar, otros en los que te salga un entrenamiento perfecto y otros muchos en los que no sabrás muy bien quién te mandó apuntarte. En esos momentos más difíciles, la cabeza es la que tira del resto del cuerpo para salir a correr aunque llueva (o en la cinta, aunque no nos guste) o para levantarnos temprano para entrenar. Visualizar nuestra carrera y vernos cruzando la meta puede ser de ayuda en esos días en los que nos cuesta un poquito más salir a correr.
¿Lo mejor de todo esto? Que la maratón te devuelve todo lo que le das en forma de medalla y de satisfacción personal.
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