En muchas ocasiones hemos hablado acerca de la verdad sobre los productos light o bajos en calorías y las conclusiones han puesto de manifiesto que, a veces, no son tan recomendables como parecen.
Pero si hablamos de un alimento como el queso, ¿ocurre lo mismo? ¿cuál es la verdadera diferencia entre ambos o cual podríamos considerar más saludable? Analizamos algunos estudios sobre el queso normal y el bajo en grasa y cómo afecta este dato a nuestro colesterol.
Analizando los efectos del queso sobre el colesterol
Un reciente estudio, llevado a cabo por la Universidad de Copenhague, se ha propuesto concretamente analizar el papel que representa un alimento como el queso, tan consumido y deseado, en nuestra salud.
De este modo, la investigación se ha basado en una muestra de 139 individuos, repartidos en tres grupos: el primero con una ingesta de queso normal graso (80g), el segundo con una toma de queso reducido en grasa (80g) y un tercero siguiendo una dieta sin ninguno de los anteriores.
Después de 12 semanas de seguimiento se procesaron los resultados y las conclusiones fueron más que sorprendentes. No sólo no habían aumentado los niveles de colesterol de los grupos que tomaban diferentes quesos, sino que, en concreto, en el caso del grupo que ingería queso graso, los niveles de HDL (conocido como colesterol bueno) habían aumentado significativamente.
Unos resultados que han sorprendido en gran medida debido a la "mala" reputación del queso en este tema, pero lo cierto es que, al igual que cuando hablábamos del caso mítico de los huevos, en ocasiones confundimos el hecho de que un alimento contenga altos niveles de colesterol, con el hecho de que aumente los niveles de éste en sangre.
Más datos que se revelaron
Además de este estudio, que concluyó que la ingesta de queso graso no afectaba negativamente a nuestros niveles de colesterol, la misma Universidad de Copenhague colaboró en otra investigación al respecto de este producto.
En este caso, el estudio analizaba otro factor relevante para nuestra salud, un enfoque metabólico basado en las bacterias intestinales y en cómo se veían afectadas por la ingesta regular de quesos grasos.
El resultado analizado en un grupo de 15 sujetos, sometidos a tres tipos de dietas diferentes, confirmó que el consumo de queso y leche ayudaba al aumento de las bacterias intestinales y de la actividad metabólica.
Un dato que no debemos olvidar
Como ha quedado demostrado, en ocasiones tenemos ideas preconcebidas de determinados alimentos, sobre todo en el caso de aquellos que poseen un mayor contenido en grasa, motivo por el cual solemos optar sin pensarlo por aquellos sustitutos que nos ofrecen como ligth o bajos en grasas.
Lo cierto es que está claro que los productos que se comercializan como bajos en grasas van a ser menos calóricos, pero a veces y como ha quedado demostrado, los productos originales aportan otros beneficios a nuestra salud.
A pesar de esto, no debemos de olvidarnos que en este caso en concreto hablamos del queso y que, por supuesto, generalmente se trata de un alimento extremadamente calórico y con un alto aporte de grasas y sal, con lo cual, como os podéis imaginar el consumo de este producto debe darse siempre con moderación y cierto control.
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