Según los expertos en oftalmología, durante el verano se producirán hasta un 20%más de problemas relacionados con los ojos. La gran mayoría de ellos serán molestias e infecciones ligeras.
¿Qué consecuencias pueden tener este tipo de casos? ¿Son graves? ¿Podemos hacer algo para prevenirlos? ¿Y para tratarlos? Las piscinas, el mar, la falta de higiene y otras cuestiones de comportamiento pueden llevarnos a padecer alguna de estas patologías.
Qué problemas oculares podemos encontrarnos en verano
La conjuntivitis, los llamados ojos rojos, la sensación de quemazón y escozor, el lagrimeo o la sensación de cuerpo extraño en el interior del ojo son los trastornos más comunes asociados al verano. La razón principal, y casi única, está en las aguas de piscina y mar, pero también en quedarse despierto hasta tarde, el humo de tabaco o el uso de lentillas.
Casi todas estas acciones derivan en molestias y, como mucho, dolor en los ojos. Normalmente son leves, y ninguno de ellos, hasta donde se sabe, tiene consecuencias permanentes o graves. La conjuntivitis puede tener su origen en bacterias, virus o, incluso, por la inclusión de un cuerpo extraño, que hacen que se inflame la conjuntiva, la membrana mucosa transparente que tapiza el globo oculardesde el limbo hasta los fondos de saco conjuntivales.
En ocasiones más raras, pueden producirse por alergias. En todos los casos, los ojos se enrojecen, escuecen, molestan y lagrimean. A veces no se dan todos los síntomas de una conjuntivitis, sino que aparecen solo algunos de ellos. En los peores casos, la conjuntivitis puede ser en realidad una queratitis.
La queratitis es una infección de la córnea, que puede llegar a formar úlceras u ocasionar disminución en la agudeza visual, si se vuelve grave. La queratitis no es común, aunque las personas con lentillas o las que han sufrido algún tipo de traumatismo son más propensas a sufrirla.
¿Por qué aparecen y qué consecuencias tienen?
El agua de mar, por ejemplo, está llena de microorganismos. Entre ellos, algunos son oportunistas que, si encuentran las condiciones adecuadas, pueden provocar una infección. El ojo es un lugar adecuado, ya que no solo es húmedo, sino que gracias al lagrimal tiene una concentración salina mayor, lo que ayuda, ligeramente, a que estos organismos provoquen infecciones.
Por otro lado, el problema real de las piscinas no está en el cloro, sino en las cloraminas, unos compuestos que se generan a partir de sustancias como el sudor, la orina u otra suciedad de los bañistas. Los efectos perjudiciales sobre la salud de las cloraminas se deben a su potencial irritante. Esto provoca algunos de los síntomas de los que hablábamos, y también puede ayudar a que se produzca una infección.
Las lentillas, descansar poco y estar expuestos al humo del tabaco, entre otros agentes, pueden abrir la puerta a las infecciones. El ojo, en estos casos, se reseca mucho más, y se irrita. Esto impide que se "defienda" adecuadamente del origen infeccioso.
Como decíamos, si la infección es grave, especialmente si portamos lentillas, podemos propiciar una queratitis, que, si no se trata adecuadamente, puede provocar problemas mayores de salud, y hasta algunos irremediables.
¿Qué pasa con las gafas de sol?
Hasta donde sabemos, el sol, a pesar de su increíble capacidad dañina, no es causante de enfermedades mayores de salud ocular. Existen componentes mucho más importantes que la radiación solar, en una circunstancia normal, relacionados con enfermedades graves. En otras palabras: la vista no se desgasta por el sol.
Usar gafas de sol y protegernos la vista puede tener una razón estética o por pura comodidad, pero no entran dentro de las pautas de la buena higiene visual. A pesar del acervo cultural, muy extendido, no tenemos razones para pensar que no llevar gafas de sol durante el verano suponga ningún tipo de daño para nuestros ojos.
Entonces, ¿qué debemos prevenir?
Para asegurarnos de una buena salud en nuestra visión, lo mejor que podemos hacer es preocuparnos por una buena higiene visual. Esto quiere decir que debemos dormir las horas necesarias; mantener los ojos húmedos, parpadeando adecuadamente y evitando estar expuestos al aire seco y caliente.
También debemos asegurarnos de que no quedan cuerpos extraños en el ojo, aunque la molestia no nos dejará pensar en otra cosa. Esto es especialmente importante cuando buceamos en el mar. Una solución sencilla es usar gafas de buceo.
No utilicemos las lentillas más tiempo del indicado, y asegurémonos de que las limpiamos adecuadamente y con el suero en buen estado. También debemos evitar las atmósferas muy contaminadas, especialmente llenas de humo y otras partículas.
Por último, una buena alimentación es imprescindible para nuestra salud, y en esto también entra la salud ocular. Si consumimos alimentos de calidad, con las suficientes cantidades de vitaminas y micronutrientes necesarios nos aseguraremos de ayudar a nuestros ojos a mantenerse sanos.
Imágenes | Unsplash
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