Dos de las posturas más recurrentes en las sesiones de Yoga son la media pinza y la pinza de pie (ardha uttanasana y uttanasana en sánscrito). Se trata de dos posturas sencillas que nos ayudan a trabajar la flexibilidad, la movilidad de la cadera y a estirar toda nuestra cadena posterior.
Dado que son posturas que requieren una buena flexibilidad, podemos hacer uso de distintos elementos, como los bloques de madera o de espuma, para ejecutar las regresiones y así is progresando hasta poder realizar las asanas de forma perfecta. Te explicamos cómo hacer bien las posturas de la pinza y la media pinza de Yoga.
La media pinza de Yoga o ardha uttanasana
Literalmente, ardha uttanasana quiere decir "media extensión", y eso es exactamente lo que haremos en esta postura en la que estiramos la parte posterior de nuestras piernas, los glúteos, la musculatura de la espalda y los hombros.
Partimos de la posición de pie, con los pies juntos si ya tienes suficiente flexibilidad o bien ligeramente separados si todavía tienes que trabajarla. Desde esa posición, flexiona tu tronco hacia delante con la espalda bien elongada (estirada pero manteniendo las curvas naturales de la misma), como si quisieras llegar lejos con tu cabeza, y apoya las palmas de las manos en el suelo. Desde ahí, eleva tu cabeza y tu torso para mirar hacia delante.
Si no tienes la suficiente flexibilidad como para llegar con tus manos al suelo, puedes utilizar unos bloques de madera o de espuma y apoyar las manos sobre ellos. Colócalos primero en la posición que queden más altos y, según vayas trabajando tu flexibilidad, colócalos de canto y luego tumbados, hasta que puedas llegar al suelo por ti mismo.
También puedes comenzar simplemente realizando el estiramiento hacia delante y apoyando las manos en el respaldo de una silla para después ir bajando.
La pinza de pie o uttanasana
La pinza de pie es la progresión lógica a la postura anterior. Nos exige más flexibilidad y control corporal, por lo que podemos hacerla una vez hayamos dominado la media pinza.
La posición de partida es la misma: de pie con los pies juntos o ligeramente separados y paralelos. Inspiramos profundamente y, al soltar el aire, flexionamos nuestra cadera y dirigimos nuestro torso hacia delante hasta formas un ángulos de 90 grados. Volvemos a inspirar y, al soltar el aire de nuevo, bajamos hasta el suelo apoyando las palmas de las manos junto a nuestros pies o agarrando los tobillos. La cabeza se hunde en las rodillas y la coronilla se dirige hacia el suelo.
Esta postura nos permite realizar una elongación de la espalda al mismo tiempo que nos relajamos, y también nos ayuda a combatir la ansiedad. Igual que antes, si no llegamos al suelo podemos utilizar los bloques de Yoga para facilitar la elongación y seguir trabajando en nuestra flexibilidad.
Estas dos posturas se utilizan de forma muy recurrente en las sesiones de Yoga, de modo que nos interesa conocerlas y ejecutarlas de forma correcta. Si al principio no llegas al suelo, no te desesperes: la práctica hace la perfección. Trabaja un poco cada día para ir mejorando tu flexibilidad.
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