A la hora de intentar perder peso y llevar a cabo una dieta muchos de nosotros nos encontramos numerosas dificultades, y en muchas ocasiones nos damos cuenta de que estamos haciendo dieta, pero aún así no estamos adelgazando. Esto puede resultar extremadamente frustrante y puede provocar que abandonemos la dieta y dejemos de intentar cuidarnos.
Sin embargo, según algunas investigaciones podría bastar con un pequeño cambio en nuestro estilo de vida y nuestros horarios de alimentación para darnos ese último empujoncito y ayudarnos a perder peso de manera efectiva y mantenernos saludables.
Eso sugiere, al menos, un estudio piloto publicado recientemente en la revista Journal of Nutritional Science hace tan solo unos días. Según los resultados de esta investigación, parece que retrasar el consumo del desayuno y adelantar el de la cena sobre nuestro horario habitual de dichas comidas, podría ayudarnos a reducir nuestra grasa corporal.
Para llevar a cabo esta investigación, hicieron uso de 13 participantes. La mitad de ellos tuvieron que cambiar sus horarios de desayuno y cenas durante 10 semanas y la otra mitad tuvo que seguir su horario habitual, siendo el grupo control. Quienes cambiaron el horario lo hicieron atrasando el desayuno 90 minutos y adelantando la cena otros 90 minutos. Además de esto, los participantes tenían que entregar muestras de sangre antes de comenzar el estudio, durante las 10 semanas y nada más terminar la investigación. A esto se le unía la realización de un diario de dietas y un cuestionario.
En el caso de esta investigación los participantes no tuvieron que seguir ninguna dieta concreta, no tenían restricciones y podían comer lo que quisieran siempre que lo hicieran en base a los nuevos horarios de desayuno y cena.
Una de las cosas sorprendentes que encontraron fue que, a pesar de no tener ninguna restricción, las personas que habían alterado su horario de desayunos y cenas consumían menos comida al día que las personas en el grupo control. Los participantes reportaban sentir menos hambre o a tener menos tiempo para consumir alimentos.
En consecuencia, los investigadores encontraron que los participantes que cambiaban los horarios perdieron el doble de grasa corporal que las personas del grupo control.
Además de los cambios de horarios, los investigadores indican que es posible que el ayuno más prolongado - pasaba más tiempo desde que cenaban hasta que desayunaban al día siguiente por la mañana - influyera también en esta pérdida de grasa aunque en esta ocasión no se analizó esta influencia.
Esto, unido a que la muestra es extremadamente pequeña - dado que es un estudio piloto - hace que se deban tomar los resultados con precaución, ya que no está claro que puedan extrapolarse o generalizarse. Sin embargo, son lo suficientemente interesantes como para que hayan decidido llevar a cabo una nueva investigación esta vez con más participantes y de manera más profunda y rigurosa en busca de poder confirmar o no estos resultados.
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