Parece que los programas sobre alimentación gozan de un gran éxito de público, y es que hoy hemos podido disfrutar en prime time de otra de una nueva entrega de los Mitos de los alimentos de Alberto Chicote. Sin duda es un tema que interesa a la población general, por lo que es necesario que estos programas den una información veraz sobre los temas a tratar.
Si en su primera entrega Chicote nos habló de si engorda más la corteza o la miga del pan o de si la miel engorda más que el azúcar, en esta nueva edición le ha tocado el turno, entre otros alimentos, a los huevos, el chocolate o el pescado. Repasamos qué hay de cierto en algunos de los mitos más extendidos sobre los alimentos.
¿Comer chocolate nos produce acné?
Realmente la aparición del acné está vinculada directamente al estado hormonal de nuestro organismo: surge cuando hay una interacción entre las hormonas andrógenas y ciertas bacterias en los folículos pilosebáceos. Puede tener causas genéticas o puede estar causado por factores endocrinos como el estrés y también puede estar relacionado con nuestra alimentación.
Entonces, ¿el chocolate puede causarnos acné? En realidad no se trata de un alimento concreto el que causa el acné, sino de la excesiva presencia de azúcares simples y harinas refinadas en nuestra alimentación, que pueden propiciar la aparición de esta afección. Aquí el quid de la cuestión estaría en saber elegir un tipo de chocolate que nos aporte más beneficios que perjuicios: un chocolate con una alta concentración de cacao y con el mínimo azúcar añadido posible.
En el programa de Chicote se midió el valor de sebo en la piel de varios voluntarios que comieron 50 gramos de chocolate durante una semana: no solo el valor de grasa no aumentó, sino que la media llego a disminuir. Hay que tener en cuenta que el chocolate que comieron era de gran pureza, es decir, con un alto porcentaje de cacao.
¿El pescado pierde sus propiedades al congelarlo?
Muchas veces, cuando llegamos al mercado, podemos tener la duda de si comprar pescado congelado o pescado fresco, aunque vayamos a congelarlo nosotros cuando lleguemos a casa. Si optamos por comprar pescado fresco porque creemos que el congelado contiene menos nutrientes, estamos en un error: el pescado congelado puede contener los mismos o incluso más nutrientes que el pescado fresco.
¿A qué se debe esto? Sencillamente a que el proceso de congelado se realiza muy poco tiempo después de haber pescado los diferentes peces, por lo que se impide la degradación de los nutrientes. El proceso de congelado y el de ultracongelado (que consiste en someter a los alimentos a muy bajas temperaturas en muy poco tiempo) impide el crecimiento de microorganismos (aunque no mata a los microbios, solo impide que se reproduzcan) y la pérdida de nutrientes de los alimentos.
Sí debemos tener especial cuidado en dos momentos concretos tras haber comprado el pescado congelado: por un lado en el momento de la compra, cuando debemos asegurarnos de no romper la cadena del frío, y por otro en el momento del descongelado, que podemos realizarlo dejando la pieza en el frigorífico hasta que se haya perdido el hielo, en el microondas a baja temperatura o al baño María. Estos momentos son críticos para conservar la calidad tanto higiénica como nutricional del pescado.
En el programa, Chicote, con ayuda de los científicos, midió la cantidad de ácidos grasos Omega3 y de niacina en el pescado fresco, congelado o ultracongelado y congelado en casa, y las cantidades diferían en muy pequeñas cantidades, por lo que la creencia de que el pescado congelado contiene menos nutrientes es falsa.
¿Está contraindicado el consumo de leche en adultos?
Un debate de actualidad en la nutrición es el que se lleva a cabo entre aquellas personas que no recomiendan el consumo de leche en adultos y las que sí lo hacen ¿Han aumentado los casos de intolerancia a la lactosa en nuestros días? Según declaraba J.M. Mulet en esta entrevista, el hecho no es que haya ahora más personas intolerantes a la lactosa que antes, sino que ahora los métodos de detección de esta intolerancia han mejorado y las personas que la sufren están diagnosticadas, cosa que no ocurría antes.
La enzima lactasa es necesaria para poder digerir de forma adecuada la lactosa, que se encuentra en la leche. Las personas intolerantes a la lactosa no producen la cantidad necesaria de enzima lactasa, por lo que el consumo de leche no les sienta bien. Pero esto no ocurre en todas las personas: en España más de un 30% de la población es intolerante a la lactosa.
Quizás el experimento más flojo de todo el programa, ya que se basó en preguntar a un grupo de personas cómo se sentían dos horas después de haber tomado leche; un método poco científico, sobre todo si lo comparamos con el despliegue de medios de todos los demás.
Hablando sobre la leche, las guías de alimentación de la Universidad de Harvard ya nos dijeron en su momento que la leche quizás no fuera la mejor fuente de calcio para nuestro organismo, como se ha venido diciendo desde hace mucho tiempo; de hecho hay muchos alimentos que contienen más calcio que la leche.
¿El vinagre "se come" nuestros glóbulos rojos?
Un mito muy antiguo y muy extendido, pero falto de razón. En teoría se piensa que el ácido que contiene el vinagre que ingerimos, que es el ácido acético, destruye nuestros glóbulos rojos; realmente los ácidos que se encuentran en nuestro estómago son mucho más potentes que el del vinagre (como el ácido clorhídrico, que destruye el acético), y además el vinagre nunca entra en contacto directo con nuestra sangre, por lo que nuestros hematíes se encuentran a salvo.
Chicote se prestó voluntario a este curioso experimento en el que tomó 20 cucharaditas de vinagre al día durante 20 días. Se realizó una analítica previa con recuento de hematíes, y se sometió a otra posterior al experimento y el resultado fue sorprendente, ya que la cantidad de hematíes incluso aumentó tras haber ingerido diariamente una considerable cantidad de vinagre.
En el laboratorio analizaron cómo los glóbulos rojos presentes en la sangre interactúan con el vinagre cuando entran en contacto con él directamente: los glóbulos rojos se deterioran, se rompen y el contenido del citoplasma sale al exterior. Debemos recordar que esto solo ocurre cuando el vinagre está en contacto directo con la sangre, algo que no ocurre al ingerirlo por vía oral.
¿Podemos mejorar nuestra visión comiendo zanahoria?
¿A quién no le ha dicho su madre o su abuela que tiene que comer muchas zanahorias para ver mejor? Nos encontramos ante uno de los mitos más extendidos en el mundo de la nutrición y que además tiene un origen curioso: durante la II Guerra Mundial, las Fuerzas Aéreas Británicas diseñaron un nuevo tipo de radar muy sofisticado, pero para ocultarlo al enemigo dijeron que la buena vista de sus pilotos se debía al alto consumo de zanahorias.
¿Pueden las zanahorias mejorar realmente nuestra visión? Bueno, no pueden mejorarla en el sentido de que comer muchas zanahorias no va a conseguir que veamos mejor de lo que lo hacemos, pero los betacarotenos que contienen sí que pueden contribuir a mantener una buena salud ocular. Estos betacarotenos son precursores de la vitamina A, cuya falta está directamente relacionada con la ceguera, y tienen un alto poder antioxidante para evitar el envejecimiento prematuro de los tejidos como por ejemplo la retina, previniendo así la aparición de las cataratas.
En el experimento del programa de Chicote, los voluntarios consumieron 350 gramos de zanahorias crudas durante 21 días. Al término de estos 21 días y tras hacer las pruebas oftalmológicas necesarias, la doctora encargada del experimento concluyó que no había habido mejoras en la agudeza visual de los participantes.
¿Consumir muchos huevos puede hacer que suba nuestro colesterol?
Sobre este tema hemos hablado anteriormente en Vitónica. Durante mucho tiempo, las autoridades sanitarias en Estados Unidos, pioneras en muchas ocasiones en el tema de las recomendaciones nutricionales generales, vetaron el consumo de alimentos ricos en colesterol ya que pensaban que la ingesta del mismo era la responsable del aumento del colesterol en sangre.
A día de hoy esas recomendaciones, como la de no comer más de tres huevos a la semana o la de no ingerir las yemas (donde se concentra la mayor parte del colesterol que contiene el huevo) han cambiado: parece que la mayor parte del colesterol en nuestra sangre se sintetiza en nuestro organismo y que no proviene de los alimentos.
Reducir el consumo de alimentos que contengan colesterol no posee un gran impacto en nuestro nivel de colesterol en sangre. Un consumo elevado de grasas saturadas, sin embargo, sí puede elevar nuestros niveles de LDL, por lo que es necesario consumirlas con moderación.
Además de estos grandes mitos, Chicote también tuvo tiempo para desmentir unos cuantos más: nos descubrió por qué la lechuga no produce gases, probó científicamente que las frutas maduras contienen más azúcar que las frutas verdes, nos enseñó que las patatas son un alimento hipocalórico debido a su gran cantidad de agua (pero mucho ojo con el método de cocción que empleamos con ellas, porque podemos aumentar de forma drástica sus calorías), que al cocinar las verduras sí pierden algunos de sus nutrientes y es preferible consumirlas crudas y que las naranjas no son la fruta que más vitamina C contienen.
En resumen, hemos podido ver un programa instructivo y basado en ciencia, a pesar de que en algún momento se haya caído en el reduccionismo de las calorías, y hemos podido disfrutar de la presencia de dietistas-nutricionistas, algo poco habitual en este tipo de programas y que veníamos reclamando desde hace tiempo.
Imágenes | Antena 3, iStock
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