En anteriores entradas hemos visto como podemos integrar conceptos del Tai Chi para nuestra práctica deportiva.
Hoy analizaremos como puede convertirse en una práctica saludable desde los parámetros de la cultura y la medicina occidental.
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Mejora del equilibrio. El control de los movimientos amplios y encadenados a baja velocidad puede, por ejemplo, reducir el riesgo de caídas en personas de avanzada edad.
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Flexibilidad. Al llevar las articulaciones al límite de su amplitud logramos aumentar la elasticidad de los tejidos blandos, preveniendo retracciones musculares.
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Higiene cardiovascular. La contracción de la musculatura de forma lenta y rítmica facilita el retorno venoso.
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Algunos estudios también informan de la reducción del dolor, el estrés y la ansiedad en personas saludables.
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En personas con patologías, puede ser beneficioso en caso de intervenciones de bypass coronario, arritmias, víctimas de infartos, hipertensión, artritis y esclerosis múltiple.
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En cualquier caso la aplicación de esta disciplina u otras prácticas deportivas como terapia a personas con problemas de salud debe ser tutelada por un profesional de la medicina.
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