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La historia de Sylvester Stallone es la de un hombre que, a base de esfuerzo y determinación, logró convertirse en una de las estrellas más icónicas de Hollywood. Tras una dura adolescencia marcada por dificultades económicas y personales, intentó abrirse camino en la industria cinematográfica aceptando papeles secundarios sin relevancia, como el que tuvo en ‘Bananas’ (1971), de Woody Allen, donde su aspecto rudo le sirvió para interpretar a un matón. Sin embargo, su destino cambió cuando vio ‘Marcado por el odio’ (1956), de Robert Wise, película que lo inspiró a escribir el guion de ‘Rocky’ (1976), de John G. Avildsen. El proceso no fue fácil: tras varios intentos fallidos, finalmente logró vender el guion con la condición de que él mismo protagonizara la película, aun cuando eso significó renunciar a parte de las ganancias. El estreno fue un fenómeno inesperado: la cinta se convirtió en un éxito rotundo de taquilla y ganó el Oscar en la categoría de Mejor película, lanzando a Stallone al estrellato.
Desde mediados de los años 70 hasta finales de los 90, Stallone se consolidó como uno de los actores más representativos del cine de acción. Su carrera estuvo marcada por interpretaciones en títulos que definieron el género, como ‘Acorralado’ (1982), de Ted Kotcheff, ‘Cobra, el brazo fuerte de la ley’ (1986), de George P. Cosmatos, ‘Tango & Cash’ (1989), de Andrei Konchalovsky, ‘Demolition Man’ (1993), de Marco Brambilla, ‘Máximo riesgo’ (1993), de Renny Harlin, ‘Juez Dredd’ (1995), de Danny Cannon, y ‘Pánico en el túnel’ (1996), de Rob Cohen. Además, las sagas de ‘Rocky’ y ‘Rambo’ continuaron expandiéndose con varias secuelas que reafirmaron su estatus como uno de los rostros más reconocibles del cine de acción, compartiendo el trono con Arnold Schwarzenegger en la cultura popular de la época.
Pero más allá del éxito en la gran pantalla, la vida personal de Stallone ha estado marcada por episodios difíciles. Su madre, Jackie Stallone, astróloga y figura televisiva, le confesó que intentó abortar en varias ocasiones durante su embarazo, y que “la única razón por la que estaba vivo era porque la percha no había funcionado”. En su juventud, la lucha por sobrevivir lo llevó a tomar decisiones extremas, como vender a su perro Butkus por 40 dólares en la puerta de un 7-Eleven o aceptar un papel en una película pornográfica por 200 dólares. Sin embargo, uno de los golpes más duros que sufrió fue la muerte de su hijo mayor, Sage Stallone, en julio de 2012 a los 36 años debido a un ataque cardíaco provocado por una sobredosis de pastillas.
A pesar de todo, Stallone ha afirmado en varias ocasiones que la tragedia que más lo marcó fue el diagnóstico de autismo de su segundo hijo, Seargeoh, cuando este tenía apenas dos años. En una entrevista televisiva a comienzos de los años 90, el actor relató el impacto de la noticia: “Sí, tengo un hijo que es autista. Su nombre es Seargeoh. Es bastante interesante, como un biorritmo. A veces te pones muy pensativo, y te culpas mucho a ti mismo. Porque piensas: ‘Oh, debe ser mi culpa’. Y en otras ocasiones te pones filosófico y dices: ‘Sí, quizás sea lo mejor’. Pero como bien dijiste, siempre está contigo y es un vacío que nunca se llenará. Es solo que... Mi hijo era totalmente normal hasta los dos años de edad, y un buen día comenzó a ser cada vez más reticente, reservado, y a rechazar cualquier tipo de afecto. Lo llevamos al doctor y nos dijeron: ‘Bueno, es autista’. Y yo le contesté: ‘Ha debido cometer un error, no puede ser’. Después le dije al doctor: ‘Bueno, ¿qué podrá hacer?’. Y él contestó: ‘Nada’. Y yo dije: ‘¿Cómo? ¿Podrá ser al menos activo físicamente?’. Contestó: ‘No, no, nada’. Te puedo decir lo que esto ha despertado en mí. Me ha hecho muy impaciente con la gente que lo tiene todo y se rinde. Que tiene salud, que tienen todos sus sentidos, y no hacen nada con ello. Pienso: ‘No, mira a todos estos chicos que les serviría tenerlos, pero no los tienen, y esta gente lo está desperdiciando’”. Tiempo después, el actor reafirmó en otra entrevista el profundo impacto que tuvo este acontecimiento en su vida: “La última vez que realmente me quebré fue cuando mi segundo hijo fue diagnosticado con autismo. Esto estuvo mal, fue una situación bastante terrible y no recuerdo ninguna vez en la que haya sentido el mismo dolor”.