No hace tanto que empecé a correr: mi primer intento (y estrepitoso fracaso, que os conté aquí, porque hay que contarlo todo y no solo las cosas buenas) fue en 2010, cuando decidí preparar la San Silvestre Vallecana por mi cuenta sin haber salido a correr en mi vida. Sí que hacía mucho deporte, de hecho era instructora de spinning o ciclo indoor y entrenaba regularmente en el gimnasio, pero nunca antes había corrido.
Recuerdo con mucha claridad esos primeros días de entrenamientos de carrera: dolor, cansancio, agujetas por tratarse de una actividad que no había hecho nunca, desilusión por no verme capaz de correr esos 10 kilómetros, ansiedad por ver que todo el mundo corría menos yo... Eso fue hace ahora nueve años, y estas son las cinco cosas que me hubiera gustado saber ese primer día que decidí salir a correr.
- Empezar despacio es importante: no quemes etapas: da igual que tengas piernas de acero porque levantas el doble de tu peso en sentadillas. Da igual que tengas un corazón en forma por el spinning. Da igual lo en forma que estés: no quemes etapas. Comienza despacio y ve dando pasos pequeños hasta lograr tu objetivo. Querer empezar corriendo cinco kilómetros el primer día que sales solo te traerá de vuelta unas estupendas agujetas y que no puedas volver a salir en una semana.
Entrenar la mente es tan necesario como entrenar las piernas: durante esos primeros días recuerdo que en lo único que podía pensar mientras corría era en lo cansada que estaba, lo mucho que me faltaba para terminar el entrenamiento, lo mal que me encontraba y lo mal que lo iba a hacer el día de la carrera. Un pensamiento optimista y centrarnos en cosas positivas ("este entrenamiento me ayudará a hacerlo mejor el día de la carrera", "ya llevo hecho un cuarto del entrenamiento", "parece que hoy me encuentro un poco más cómoda corriendo que el último día") es más importante de lo que creemos.
El dolor de los primeros días pasa rápido (de verdad): los primeros días que sales a correr vuelves a casa lleno de agujetas y dolor en partes del cuerpo que no pensabas que te dolerían corriendo ("¿se puede saber por qué me duele la espalda si lo que he hecho es correr?"). Pero, si nos mantenemos constantes, ese dolor pasa en pocos días: es absolutamente normal tener agujetas si realizas una actividad que no habías hecho antes. Date tiempo.
No te compares con nadie: "es que mira a Menganito: empezó a correr al mismo tiempo que yo y ya ha hecho una media maratón". Compararse con otros corredores es muy habitual, y algo que nos hace querer completar objetivos más grandes de los que podemos abarcar. No te compares: cada uno tiene sus tiempos y sus circunstancias. Céntrate en superarte a ti mismo en cada entrenamiento, no en superar a los demás.
Todos los entrenamientos merecen la pena cuando cruzas la meta: puede parecer una frase muy manida, pero os puedo asegurar que es la verdad. Al cruzar la meta de una carrera, da igual la distancia que tenga, además del subidón de endorfinas también sientes que todas esas horas que has empleado corriendo, esos días de descanso casi obligado, esos dolores en las piernas y esas salidas con mucho frío o pasando calor han merecido la pena de verdad.
He de decir que, si bien mi primer intento de ser runner fue un fracaso, el año siguiente me lo tomé más en serio: seguí el entrenamiento que por aquel entonces proponía Vitónica (yo solo era una lectora más en aquella época) y completé con éxito mi primera carrera de 10 kilómetros.
Nueve años después, con algunas épocas de sequía de kilómetros, voy camino de mi segunda maratón. Creedme si os digo que el primer día que salí a correr, completar una maratón me parecía una hazaña inconquistable y años después lo conseguí.
Superar esos primeros días en los que quieres dejarlo constantemente es la clave: os aseguro que después comienza la diversión.
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